Nadie había sustituido como camarlengo al cardenal Jean-Louis Tauran desde que falleciera el pasado mes de julio. Por tanto, han pasado meses sin que el Vaticano tuviera oficialmente un encargado de de anunciar al mundo la eventual muerte de un papa.
A partir de ahora este puesto caerá sobre los hombros del cardenal Kevin Farrel, prefecto del dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
CARD. KEVIN FARREL
Prefecto, Dicasterio Laicos, Familia y Vida
“Me quedé en shock. Fue una sorpresa. Al Santo Padre le dije: 'Sí, acepto, pero con una condición: que sea usted el que hable en mi funeral'. ¿Qué puedo decir? Para ser honesto nunca había pensado en algo así. Confieso que en realidad ni siquiera sé todos los detalles de lo que hace un camarlengo, pero estoy seguro que alguien me enseñará y me dirá exactamente lo que tengo que hacer”.
Bromas aparte, el cardenal señala que este nombramiento no significa que el Papa tenga graves problemas de salud. Simplemente se ha tomado su tiempo para decidir a quién asignarlo.
CARD. KEVIN FARREL
Prefecto, Dicasterio Laicos, Familia y Vida
'Imagino que alguien en algún momento le habrá dicho al Papa que tenía que nombrar a un camarlengo porque es parte de la estructura de la Iglesia. Y seguro que él respondió: 'Cierto, ¿por qué no me pasa una lista de todos los cardenales?'. No lo sé. Yo imagino que pudo ser algo así”.
Tras la muerte de un Pontífice, el camarlengo es uno de los dos oficiales de la Curia que mantienen su cargo.
JOHN L. ALLEN JR
Editor de Crux
“El único papel de importancia es ceremonial: sigue siendo la persona que certifica formalmente el fallecimiento del Papa, retira su anillo y lo rompe, para que no se puedan falsificar documentos usando su sello”.
El Camarlengo es además el Jefe del Estado Vaticano durante la sede vacante. Hasta que es elegido un nuevo Papa, es el encargado de administrar los bienes temporales de la Santa Sede.