Es quizá la ceremonia más especial y diferente de cuantas se celebran en el Vaticano. Cada año, con motivo de la solemnidad del Bautismo del Señor, el Papa bautiza a varios recién nacidos en la Capilla Sixtina. Son niños y niñas, hijos de los empleados del Vaticano.
En esta ocasión fueron 12 niños y 15 niñas. En esta ceremonia Francisco es consciente de que los pequeños viven una jornada muy ajetreada, por eso, pronuncia una breve y sencilla homilía. El Papa explicó a los padres que en la catequesis los niños estudian la fe pero que son ellos los responsables de transmitírsela en casa con su ejemplo.
FRANCISCO
“Perdonadme pero os aconsejo esto: No os peleéis nunca delante de los niños. Nunca. Es normal que los esposos se peleen, es normal. Lo contrario sería raro. Hacedlo pero sin que ellos lo escuchen. Que no lo vean. No sabéis la angustia que vive un niño cuando ve pelearse a sus padres”.
Las primeros lloros ya empezaban a propagarse por la Capilla Sixtina por lo que el Papa quiso tranquilizar a los padres y a las madres.
FRANCISCO
“Os digo: que estén cómodos. Tened cuidado de no taparlos demasiado y si lloran de hambre, dadles de mamar. A las madres les digo: dad de mamar a los niños, tranquilas, el Señor lo quiere. Porque ellos-, ¿dónde está el peligro-, tienen una vocación polifónica. Uno comienza a llorar y el otro responde, y el otro... y al final esto es un coro de lloros”.
Y tras la homilía, llegó el esperado momento. Algunos niños recibieron las aguas bautismales casi dormidos... pero otros mostraron más carácter.
Como el Papa se temía, minutos después el canto polifónico era casi lo único que se escuchaba pero es comprensible. En cualquier caso, en un día como hoy, un poco más de alboroto durante la misa está más que permitido.