Luchar contra la mafia es una tarea que algunos consideran imposible, todavía más si fuera a partir del perdón. Sin embargo, este es el caso de Luciana. Apenas tenía 21 años cuando la ‘Ndrangheta asesinó al comandante Carmine Tripodi, con quien iba a casarse en unos meses.
Tras la terrible tragedia de aquel 6 de febrero de 1985, decidió trasladarse a Bolonia. El recuerdo de Carmine, con quien imaginó un futuro que ya no podría ser era demasiado doloroso. Allí la acogieron unos familiares, comenzó sus estudios y profundizó en su fe. Todo esto la condujo a una nueva vida a través de una dura etapa de perdón.
LUCIANA CARERI
“No es que solo rezara, comencé mis estudios en Ciencias Religiosas y luego, poco a poco con la fe y con la ayuda de mis seres queridos y personas cercanas conseguí no olvidar, sino aliviar ese dolor. El recuerdo está siempre y siempre lo estará. Su memoria estará siempre conmigo, pero ahora lo veo desde otra perspectiva”.
Dice que Carmine sabía lo que podía pasarle si seguía en su lucha contra el crimen organizado. Era una persona conocida y encarceló a muchos integrantes de la mafia, y esto le costó la vida.
Luciana explica que aceptar que no iba a poder ver, abrazar, ni hablar con el que iba a ser su futuro marido fue el momento más duro de su vida, y por ello, recurrió a Dios.
LUCIANA CARERI
“He seguido adelante con la fe, con el perdón que Dios nos enseña a practicar, pero solo el tiempo ayuda a aliviar no solo el recuerdo sino la rabia que se te queda dentro, la rabia que te consume. Fue y es una historia trágica porque sucedió cuando éramos muy jóvenes. Fue mi juventud y sobre todo la suya, la sacrificó por sus hermanos”.
Ahora está casada y tiene tres hijos. Todos ellos conocen a Carmine y está muy presente en sus vidas. En el salón de casa tienen una foto de él, como si fuera un familiar más.
LUCIANA CARERI
“Lo viven conmigo porque es justo recordarlo y sobre todo recordar sus ideales. Lo ven, no como a una persona que fue importante para mí, sino como a una persona que combatió por los ideales del pueblo italiano, por los ideales de los italianos y porque murió por los demás. Un sacrificio que, esperemos, haya valido la pena para algo… Espero que sí”.
Han pasado 33 años de aquel día trágico que jamás borrará de su mente, ni de su mirada cada vez que habla de ello. Un largo periodo de tiempo para dominar el don del perdón, pues asegura, es la única escapatoria del oscuro túnel del dolor cuando a uno le arrebatan a un ser querido.