En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa reflexionó sobre una reciente fotografía en la que personas salen de un restaurante e ignoran a una persona sin techo. Explicó que la manera de eliminar esta indiferencia es seguir el ejemplo de Jesús.
FRANCISCO
“Lo tengo todo, he asegurado esta vida, y también la eterna, porque voy a misa todos los domingos, soy un buen cristiano. Pero cuando salgo del restaurante miro hacia otro lado. Pensemos en este Dios que da el primer paso, que tiene compasión y es misericordioso y tantas veces nosotros, nuestra actitud es la indiferencia”.
El Papa celebró misa por el arzobispo Giorgio Zur, que falleció el lunes. Vivió en Santa Marta y fue nuncio en Austria.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA
El corazón de Dios, el corazón de Jesús se conmovió, y ve, ve aquella gente, y no puede permanecer indiferente. El amor es inquieto. El amor no tolera la indiferencia. El amor tiene compasión. Pero compasión significa poner en juego el corazón; significa misericordia. Jugarse el propio corazón por los demás: esto es amor. El amor es jugarse el corazón por los demás.
A los discípulos no les interesaba la gente: le interesaba a Jesús, porque la gente lo quería. No eran malos, eran indiferentes. No sabían qué cosa era amar. No sabían qué cosa era la compasión. No sabían qué cosa era la indiferencia. Tuvieron que pecar, traicionar al Maestro, abandonar al Maestro, para comprender el núcleo de la compasión y de la misericordia. Y la respuesta de Jesús es tajante: “Ustedes mismos denles de comer”. Hazte cargo de ellos. Ésta es la lucha entre la compasión de Jesús y la indiferencia, la indiferencia que se repite en la historia siempre, siempre… Tanta gente que es buena, no comprende las necesidades de los demás, no es capaz de compasión. Es gente buena, tal vez porque no ha entrado el amor de Dios en sus corazones o no lo han dejado entrar.
Lo opuesto más cotidiano del amor de Dios, de la compasión de Dios, es la indiferencia: la indiferencia. “Yo estoy satisfecho, no me falta nada. Tengo todo, he asegurado esta vida, y también la eterna, porque voy a Misa todos los domingos, soy un buen cristiano”. “Pero, al salir del restaurante, mira para otro lado”. Pensemos en este Dios que da el primer paso, que tiene compasión, que tiene misericordia y tantas veces nosotros, nuestra actitud es la indiferencia. Oremos al Señor para que cure a la humanidad, comenzando por nosotros: que mi corazón se cure de esta enfermedad que es la cultura de la indiferencia.