Durante la Misa del primer día del año, solemnidad de María, Madre de Dios, el Papa habló sobre el sentimiento de asombro. Dijo que con el comienzo del año nace una nueva posibilidad de conmoverse por las oportunidades que se presentan de nuevo.
Ese mismo asombro es el que los cristianos deben sentir ante la Madre de Dios, dijo el Papa, que invitó a reflexionar sobre tres actitudes concretas respecto a la Virgen. La primera es dejarse mirar.
FRANCISCO
“La mirada de la Madre, las miradas de las madres. Un mundo que mira al futuro sin una mirada materna es miope. Podrá aumentar sus beneficios, pero ya no sabrá ver a los hombres como hijos”.
La segunda actitud es dejarse abrazar. Dijo que en un mundo cada vez más conectado pero desunido, es más necesario que nunca confiarse a la Madre, el remedio a nuestra soledad y nuestro consuelo.
FRANCISCO
“La Virgen guardaba todo en el corazón, abrazaba todo, hechos favorables y contrarios. Todo lo meditaba, se lo entregaba a Dios. Este es su secreto. Del mismo modo se preocupa por la vida de cada uno de nosotros: desea abrazar todas nuestras situaciones y presentarlas a Dios”.
La tercera es dejarse tomar de la mano como los niños. De esta forma, el cariño materno podrá guiar nuestros pasos en la vida, explicó Francisco.
FRANCISCO
“Toma nuestras manos, María. Aferrándonos a ti, superaremos los recodos más estrechos de la historia. Llévanos de la mano para redescubrir los lazos que nos unen. Reúnenos bajo tu manto, en la ternura del amor verdadero, donde reconstruye la familia humana”.
El Papa recordó que cuando se deambula es fácil olvidar el amor de la Virgen. Algo que conduce al enfado, la indiferencia o incluso la maldad.