En su homilía de la entrañable misa de Nochebuena, el Papa invitó a las personas a cultivar una vida más sencilla.
Francisco reflexionó sobre cómo Jesús muestra el camino para superar el consumismo y el egoísmo de nuestra sociedad.
FRANCISCO
“El cuerpecito del Niño de Belén propone un modelo de vida nuevo: no devorar y acaparar, sino compartir y dar”. “Ante el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar”.
El Papa explicó que no se puede esperar a Cristo durmiendo acostados en un sofá. Hace falta ser como los pastores, que dejaron su rebaño para ver al Niño Jesús. Hay que ponerse en camino, y arriesgarse, para contar la belleza.
Al día siguiente, como es tradicional, el Papa dio su mensaje y bendición “Urbi et Orbi” para Roma y el mundo. Allí propuso que la Navidad ayude a vivir la fraternidad.
FRANCISCO
“Fraternidad entre personas de toda nación y cultura. Fraternidad entre personas con ideas diferentes, pero capaces de respetarse y de escuchar al otro. Fraternidad entre personas de diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de Dios a todos aquellos que lo buscan”.
El Papa pidió que Israel y Palestina retomen el diálogo y emprendan un viaje de paz para poner fin a un conflicto de 70 años en Tierra Santa.
También pidió mayor empeño internacional para llevar la paz política y social a países como Siria, Yemen y a toda África. Animó a seguir trabajando por la reconciliación en las dos Coreas, en Venezuela y en Nicaragua.
También en su ángelus del 26 de diciembre insistió en este mensaje de perdón. Recordó el ejemplo del primer mártir cristiano, San Esteban, cuya fiesta se celebraba ese día.
FRANCISCO
“Estamos llamados a aprender de él a perdonar, a perdonar siempre. Y no es fácil hacerlo. Lo sabemos todos. El perdón ensancha el corazón, ayuda a compartir, da serenidad y paz”.
Francisco dijo que el perdón se cultiva con la oración. San Esteban enseña que fue capaz de perdonar a sus asesinos porque pedía ayuda al Espíritu Santo y tenía la mirada puesta en Dios.