En su homilía diaria en Casa Santa Marta, el Papa Francisco mencionó la importancia de dejarse consolar por la ternura de Dios. Recordó que Dios ayuda siempre.
FRANCISCO
“Los mártires entraban en el Coliseo cantando, los mártires de hoy – pienso en los buenos trabajadores coptos en las playas de Libia, degollados – morían diciendo: “¡Jesús, Jesús! Hay un consuelo dentro, también una alegría en el momento del martirio. El estado habitual del cristiano debe ser el consuelo, que no es el optimismo, el optimismo es otra cosa”.
Francisco alentó a los cristianos a pedir la gracia para no tener miedo de ser consolados por Dios. Además, dijo que Jesús va en busca de cada persona para llevarle paz a su corazón.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA PAPAL (Fuente: Vatican News)
“¿Y cómo consuela el Señor? Con la ternura. Es un lenguaje que no conocen los profetas de desventura: la ternura. Es una palabra borrada de todos los vicios que nos alejan del Señor: vicios clericales, vicios de los cristianos un poco que no quieren moverse, tibios. La ternura causa temor. “He aquí, que Él, el Señor tiene consigo el premio, su recompensa lo precede”. Así termina el pasaje de Isaías. “Como un pastor Él apacienta a su rebaño y con su brazo la reúne. Lleva a los corderitos sobre su pecho y conduce dulcemente a las ovejas madres”. Éste es el modo de consolar del Señor, con la ternura. La ternura consuela. Las mamás, cuando el niño llora, lo acarician y lo tranquilizan con la ternura: una palabra que el mundo de hoy, de hecho, borra del diccionario”.
“Es más, yo diría que el estado habitual del cristiano debe ser el consuelo. También en los momentos feos: los mártires entraban en el Coliseo cantando; los mártires de hoy – pienso en los buenos trabajadores coptos en las playas de Libia, degollados – morían diciendo: “¡Jesús, Jesús!”: Hay un consuelo dentro; también una alegría en el momento del martirio. El estado habitual del cristiano debe ser el consuelo, que no es el optimismo, es otra cosa. Pero el consuelo, esa base positiva. Se habla de personas luminosas, positivas: la positividad, la luminosidad del cristiano es el consuelo”.
“Que también yo me prepare a la Navidad al menos con la paz: la paz del corazón, la paz de Tu presencia, la paz que dan Tus caricias. “Pero soy tan pecador” sí, ¿pero qué nos dice el Evangelio hoy? Que el Señor que consuela como el pastor, si pierde a uno de los suyos va a buscarlo, como aquel hombre que tiene cien ovejas y una de ellas se ha perdido: va a buscarla. Así hace el Señor con cada uno de nosotros. Yo no quiero la paz, yo me resisto a la paz, yo me resisto al consuelo… pero él está en la puerta. Él llama para que nosotros abramos el corazón para dejarnos consolar y para estar en paz. Y lo hace con suavidad: llama con las caricias”.