Las historias de las reclusas que hacen los rosarios de la JMJ

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01/12/2018
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Zuleima es venezolana y desde hace más de dos años vive como reclusa en el Centro de Rehabilitación “Cecilia Orillac de Chiari”, en Panamá. 

Junto a otras 59 internas participa en este taller para hacer rosarios que serán distribuidos a los participantes de la JMJ. 

ZULEIMA COROMOTO
Interna
“El estar aquí es como sentir que no estamos privadas de libertad. Yo, por mi parte, soy adventista, pero como todos creemos en un solo Dios. Esto es un medio de distracción y además nos sentimos orgullosas porque esto es un evento a nivel mundial”.

Su hermano fue asesinado recientemente en Venezuela y Zuleima espera poder traer al resto de su familia a Panamá en cuanto cumpla su condena. 

Dice que participar en este taller la ayuda a sentirse parte de un evento mundial, a sentirse útil, a no sentirse descartada. Esta es la misma sensación que tienen compañeras suyas como Johana, que espera con ansia poder terminar este período de reclusión para abrazar a sus tres hijos.

JOHANA RODRÍGUEZ
Interna
“Le diría a mis hijos que cada uno de los detalles que estamos haciendo aquí lo estamos haciendo de corazón, que cada una pone lo mejor de sí para confeccionarlo y que valoren cada uno de los detalles que con tanto cariño y esmero estamos haciendo”.

Todas las participantes de este taller comparten la desgarradora sensación de haber fallado pero entre ellas se animan y se sostienen. 

ANA YANCY HURTADO
Interna
“Es algo que nos ayuda a avanzar, a tener esperanza, una luz en la oscuridad. En este lugar nos apoyamos para lograr esa meta positiva y ser personas de bien que puedan alcanzar fuera lo que antes perdimos”.

JOHANA RODRÍGUEZ
Interna
“Esto nos une bastante, nos ayuda bastante. Hay momentos, cuando estamos orando, en los que el Espíritu Santo se nos pone en el corazón, lloramos. Entre nosotras nos contamos lo que nos pasa. Eso es importante porque así otros se dan cuenta de que no todo aquí es malo. De que si cometimos un error hemos podido salir adelante y ver que lo que sucedió queda en el pasado”.

El Centro de Rehabilitación donde estas mujeres están internas les ofrece también la oportunidad de estudiar en la Universidad de Panamá. Todas ellas tienen historias difíciles pero sienten que aquí se les ofrecen oportunidades para mirar con esperanza al futuro.

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