Este pequeño no tuvo reparos en subir los escalones de la gran aula de audiencias para comprobar si el firme guardia suizo era real o era una estatua.
Su madre intentó venir a llevárselo pero el pequeño no aceptó. “Es argentino, indisciplinado”, bromeó el Papa.
Luego, el niño llamó a su hermana y comenzó a correr a sus anchas por el escenario, mientras el monseñor que hablaba al intentaba contener la risa.
El Papa sorprendió a todos cuando explicó lo que estaba ocurriendo.
“Este chico no puede hablar, es mudo, pero sabe comunicar. Sabe expresarse. Y tiene una cosa que me hizo pensar. Es libre. Indisciplinadamente libre... Pero es libre. Y me hizo pensar a mí, ¿Yo soy también libre así delante de Dios? Cuando Jesús dice que tenemos que hacernos como niños, nos dice que tenemos que tener la libertad que tiene un niño delante de su padre. Creo que nos predicó a todos este chico. Y pidamos la gracia de que pueda hablar”.