El paseo de Francisco en papamóvil, en los momentos previos a la catequesis, dejó conmovedores imágenes como el saludo a esta enferma.
...O cuando bajó del vehículo para dar consejos a estos recién casados que atrajeron su atención con una pancarta.
Durante la catequesis el Papa habló de los dos últimos mandamientos. Dijo que son el final de un proceso interior y que afrontan una cuestión fundamental: el corazón del hombre, el núcleo del alma. Porque allí nacen los malos deseos que solo Dios y la propia conciencia conocen.
FRANCISCO
“Cada uno de nosotros se puede preguntar: ¿qué malos deseos tengo a menudo? ¿La envidia, la codicia, los chismes? Todas estas cosas que tengo dentro. Este es el desafío. Liberar el corazón de todas estas cosas malvadas y feas”.
El Papa explicó que estos mandamientos son la antesala del encuentro personal con Cristo por un motivo: porque esos malos deseos, invisibles para el prójimo pero no a la propia conciencia, obligan a permanecer en un estado de humildad permanente.
FRANCISCO
“El objetivo de la Ley es llevar al hombre a su verdad, es decir, a su pobreza. Solo la misericordia de Dios sana el corazón. Bienaventurados quienes reconocen los propios deseos malvados y con un corazón arrepentido y humillado no están ante Dios y los hombres como justos, sino como pecadores. Estos son los que saben tener compasión, que saben ser misericordiosos con los demás porque la experimentan en ellos mismos”.
Francisco insistió en que los hombres deben reconocer el desorden interior que hay en el propio corazón.
Al final de la audiencia el Papa recordó que el 21 de noviembre es una fiesta mariana importante en la Iglesia católica, el día de de la Presentación de la Virgen María en el Templo.