El Papa Francisco entregó el Premio Ratzinger a la profesora Marianne Schlosser y al arquitecto Mario Botta. El Vaticano concede este premio a grandes figuras de la Teología,
Marianne Schlosser es alemana y es una de las cinco profesoras que trabaja en la Comisión Teológica Internacional. Esta comisión asesora al Papa Francisco.
Durante la ceremonia, el Papa recordó la importancia de reconocer los logros de las mujeres, especialmente en el ámbito de la Teología.
FRANCISCO
“Es muy importante que se reconozca cada vez más la aportación femenina en el campo de la investigación científica teológica y en el ámbito de la docencia teológica, un ámbito considerado desde hace mucho exclusivamente del clero”.
Francisco animó a que hubiera más participación femenina en el futuro y mayor presencia de mujeres en puestos de responsabilidad en la vida de la Iglesia.
El arquitecto suizo Mario Botta recibió el premio por su investigación sobre espacios religiosos. Tras felicitarle por su trabajo, el Papa habló sobre el papel esencial de la arquitectura como transmisora de fe.
FRANCISCO
“El compromiso del arquitecto como creador de espacios sagrados en la ciudad de los hombres es de un valor altísimo y viene reconocido y apoyado por la Iglesia, en particular cuando está en riesgo el olvido de la dimensión espiritual y la deshumanización de los espacios urbanos”.
El Premio Ratzinger recibe este nombre en honor del Papa emérito, Benedicto XVI. Francisco expresó su cariño por su predecesor y recordó lo importante que es que se estudien sus obras.
Concluyó la ceremonia citando una parte del discurso de Benedicto XVI en Bagnoregio en 2009. El Papa dijo que “Benedicto XVI nos ha enseñado el camino de la esperanza y también el del estudio”.