Con motivo de la celebración de la II Jornada Mundial de los Pobres, el Papa celebró una misa y organizó un especial y multitudinario almuerzo en el aula Pablo VI al que acudieron 1.500 personas sin techo de Roma.
Esta iniciativa del Papa Francisco, que comenzó el año pasado, quiere poner fin a la indiferencia y a la cultura del descarte.
Nada más llegar, el Papa saludó a los cocineros, que eran del Hotel Hilton. Algunos no pudieron contener las ganas de acercarse al Papa ni sus lágrimas...
Y ante la incredulidad de quienes lo observaban, el Papa inauguró el almuerzo con unas palabras de agradecimiento.
“Que Dios bendiga a todos los que estamos aquí, a cada uno de nosotros, que bendiga nuestros corazones, nuestras intenciones y que nos ayude a seguir adelante. Amén. ¡Buen almuerzo!”.
El Papa se sentó con ellos a comer, hubo tiempo para bromas y risas. Quienes compartían mesa con él no pudieron evitar hacer fotos y quienes estaban en las otras mesas solo tenían ojos para Francisco.
Además, contó hasta con acompañamiento musical.
Un día inolvidable, para quienes desgraciadamente están acostumbrados a no ser tratados con cercanía, igualdad o respeto.