El Vaticano está estudiando la vida de otro laico que podría ser beatificado: José Gálvez Ginachero. Fue el alcalde de una ciudad española, Málaga. Nació en 1866 y falleció en 1952.
De profesión era médico. Cuando tenía 22 años y estaba evaluando en qué campo especializarse, su madre le hizo notar la gran cantidad de mujeres que fallecían al dar a luz. Su hijo acogió esa propuesta y dedicó su vida a la ginecología.
Estudió en Francia y Alemania y trajo a su hospital las técnicas más modernas de Europa. Algunos compañeros criticaban su éxito. Decían que la única diferencia era que Gálvez se lavaba las manos antes de operar.
Lo cierto es que vivió su profesión como una vocación. En ocasiones dormía en el hospital para atender a las enfermas. Organizó cursos para matronas, incluso pagados por él mismo. Después del almuerzo rezaba el rosario y tras el trabajo, de camino a casa, se detenía en un convento a rezar.
P. SALVADOR AGUILERA
Postulador de la Causa de José Gálvez
“Su, digamos, vocación de dedicarse a los necesitados la trasladaba también a su familia porque con sus mismas nietas, como ellas cuentan, los domingos, iban al asilo de ancianos a ayudar a darles de comer. El mismo don José Gálvez, incluso, cuando había necesidad porque había un enfermo grave, se quedaba a dormir en el mismo hospital sobre un baúl”.
Gálvez se casó y tuvo dos hijas y un hijo. En aquellos tiempos en España los católicos eran vistos con recelo y fue detenido en dos ocasiones. Una por presunta conspiración contra el gobierno. Estuvo tres días en la cárcel y sus propios pacientes lo sacaron de allí.
P. SALVADOR AGUILERA
Postulador de la Causa de José Gálvez
“Fueron los mismos leprosos quienes fueron ante el Gobernador Civil para pedir que lo librara. Incluso llegaron a decir que si no lo sacaba de la cárcel, que todos los leprosos saldrían por la ciudad. Digamos que la caridad fue la que defendió al doctor Gálvez en un tiempo hostil”.
La otra detención fue durante la Guerra Civil. Lo acusaron de burgués y de aprovecharse de los pobres. Cuando le preguntaron si trabajaba les respondió sin rodeos lo siguiente:
“Más que todos vosotros, que seguramente habréis nacido en mis brazos a altas horas de la noche y después, al llegar el día, he continuado en el Hospital curando las enfermedades de vuestras madres. Vosotros tenéis horas fijas de descanso, yo no”. Inmediatamente el tribunal le puso en libertad.
Gálvez fue una persona tan bien considerada en la ciudad que llegó a ser alcalde. La afluencia de gente a su funeral fue masiva. Desafiaron a las fuertes lluvias para darle su último adiós. Los cronistas de la época dijeron que hasta el cielo de Málaga lloró su pérdida.