A pesar del mal tiempo que azota Italia, la plaza de San Pedro se llenó para la audiencia general. Como no llovió, el Papa pudo bendecir de cerca a muchos peregrinos.
En su catequesis, continuó explicando el sexto mandamiento, no cometerás adulterio.
FRANCISCO
“¿Quien es Qué le ocurre al adúltero, al lujurioso, al infiel? Es una persona inmadura, que mantiene su vida para sí mismo e interpreta las situaciones de acuerdo a su propio bienestar y satisfacción. Así que, ¡para casarse, no basta con celebrar la boda! Tenemos que pasar del 'yo' al 'nosotros'”.
El Papa dijo que el amor verdadero lleva a compromiso y a respetar la alianza con el amado, es generoso y sacrificado. Por eso, no puede limitarse a recibir: es madurar para dar amor sin esperar nada a cambio.
FRANCISCO
“Partiendo de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a toda vocación, y comprendemos el sentido pleno de la sexualidad. La criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay lugar para la lujuria y su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres se merecen algo mejor!”
El Papa subrayó que este amor no sólo está presente en el matrimonio, sino también en las otras vocaciones que hay en la Iglesia, también en el sacerdocio o la vida consagrada.
FRANCISCO
“En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. También la virginidad consagrada en Cristo se vive fiel y alegremente como relación esponsal y fecunda de maternidad y paternidad”.
El Papa recordó también que esta semana se celebra la solemnidad de Todos los Santos. Dijo que este día festivo asegura a los cristianos que Dios nunca abandona a su pueblo.