Después de 25 días de trabajo e intercambio de opiniones con 260 obispos llegados de todos los continentes, Francisco clausura este domingo el sínodo sobre los jóvenes y la vocación.
El reto era enorme. Debían buscar modos de ayudar a los jóvenes a implicarse en la propuesta católica y a tomar decisiones definitivas para sus vidas, como el matrimonio, la vida religiosa, el sacerdocio o el celibato laical.
Uno de los frutos del sínodo, pero no el único, es un documento con reflexiones que los obispos han propuesto al Papa.
Un texto rico que pedirá que la Iglesia tenga una actitud “de escucha” hacia los jóvenes y que propondrá un estilo de gobierno más sinodal en la Iglesia católica.
Pero el documento no será el único fruto del sínodo, para evitar que suceda lo que dijo el Papa en la inauguración.
FRANCISCO
“Comprometámonos a tratar de “estar en el futuro” y de conseguir de este Sínodo no solo un documento, que generalmente lo leen pocos y lo critican muchos, sino, sobre todo, propuestas pastorales concretas de forma que cumplamos con el objetivo del mismo Sínodo”.
Este sínodo tiene como consecuencia, más que indicaciones concretas, una nueva actitud más activa y acogedora hacia los jóvenes. Tanto en el lenguaje como en las formas. La idea del sínodo es que ellos no son el futuro de la Iglesia sino el presente.
