Este micrófono pasó 20 años enterrado en el jardín de una casa de El Salvador, la de María Hilda y Guillermo. Es el que San Óscar Romero usaba para pronunciar sus homilías.
Tras el asesinato del obispo, la violencia en El Salvador incluso se recrudeció. Cualquier católico se convirtió en sospechoso para el gobierno. María Hilda y Guillermo soportaron varios registros en su casa, por eso, decidieron esconder este micrófono.
Lo recogieron durante el funeral del obispo de los pobres que acabó convirtiéndose en una masacre.
El ejército disparó contra quienes solo querían despedirse de Romero. La catedral quedó asediada y María Hilda y Guillermo pensaron que iban a morir.
GUILLERMO GONZÁLEZ
Amigo de San Óscar Romero
“Ahí nosotros nos abrazamos y le digo mira, a ver si salimos vivos de aquí, le digo”. “Veo lo agarro y me lo pongo así, mire, me lo amarro debajo de la camisa, me lo amarré y me lo metí así el micrófono y me quedé así”.
Pese a la situación en el país, muchos, como este matrimonio decidieron quedarse siguiendo el ejemplo de su obispo y su petición de estar siempre del lado del pueblo.
GUILLERMO GONZÁLEZ
Amigo de San Óscar Romero
“Algo tenemos que hacer por este pueblo, dije a mi esposa, no es posible que sigan matando a la gente a diestro e siniestro”. “Mis amigos me decían: “Estás loco Guillermo. Tienes buena posición económica, puedes estar tranquilo estás exponiendo a tu familia”. Pero yo me acordaba de las palabras de monseñor Romero: “Si ustedes están con este pueblo, tienen que seguir con este pueblo. No pueden dejarlo abandonado”.
Conocieron a monseñor Romero en 1977. En 1980, el obispo fue asesinado de un certero disparo en el corazón, un dolor que todavía María Hilda revive como si fuera ayer.
MARÍA HILDA GONZÁLEZ
Amiga de San Óscar Romero
“Y nos fuimos solos, a tratar de digerir, a orar pero a pensar: “No puede ser, no puede ser, si mataron al obispo, si mataron al pastor, ¿qué va a pasar con nostros? Si eso lo han hecho con él, ¿qué va a pasar con nosotros?””
Sin embargo, hoy las lágrimas son muy distintas. Son de alegría porque el obispo que prometió resucitar en el pueblo ya es santo. No solo por este micrófono, también por sus enseñanzas, más actuales que nunca, monseñor Óscar Romero es inmortal.
MARÍA HILDA GONZÁLEZ
Amiga de San Óscar Romero
“Su mensaje profético es ahora más que nunca actual e importante para que nosotros colaboremos con todas las situaciones que está viviendo Latinoamérica y el mundo en cuanto a violencia, en cuanto al irrespeto a la vida humana”.
Unos 7.000 salvadoreños asistieron a esta ceremonia de canonización presidida por el Papa Francisco, un evento que muchos, como María Hilda y Guillermo soñaban con presenciar desde hace 38 años.