La tercera y cuarta reunión del Sínodo han puesto sobre la mesa otros problemas sociales, políticos y religiosos que pesan sobre la juventud.
El arzobispo de Sydney, por ejemplo, explicó el reto que tiene la Iglesia para recuperar su credibilidad tras los abusos y encubrimientos.
MONS. ANTHONY COLIN FISHER
Arzobispo de Sydney (Australia)
“Estamos muy avergonzados de lo que pasó en este terrible capítulo de nuestra historia. No solo por lo que hizo la gente de la Iglesia a los jóvenes, cosas terribles y dolorosas, sino también por la pobre respuesta que dieron normalmente los líderes de la Iglesia”.
Manuel Ochogavía, de Panamá, puso ejemplos de las limitaciones culturales e incluso raciales que afectan también a los miembros de la Iglesia.
MONS. MANUEL OCHOGAVÍA
Obispo de Colón-Kuna Yala (Panamá)
“Por ejemplo, en mi diócesis, es una diócesis de mayoría 'afrodescendiente' y en América Latina ser joven, mujer y negra hace todavía más complicado acceder a espacios de toma de decisiones”.
En países como Madagascar, la Iglesia no consigue atraer a los jóvenes desencantados por la crisis política y social.
TAHIRY MALALA MARION
Presidente, Estudiantes Católicos (Madagascar)
“Nos enfrentamos actualmente a un problema de falta de motivación y los jóvenes la están buscando en las sectas, sobre todo, en Madagascar donde hay muchas y muy variadas. Por tanto, desde mi punto de vista, reconozco que tenemos problemas con la liturgia, con las homilías. Es necesario cambiar todo eso para que la gente joven se sienta más atraída y se implique, acepte responsabilidades y sean líderes en la Iglesia y la vida pastoral”.
Se abordó la cuestión de las relaciones prematrimoniales que puso de manifiesto lo difícil que es explicar la moral sin que los jóvenes se sientan juzgados. Uno de los padres sinodales recordó que, en ocasiones, hay jóvenes se van de la Iglesia por no sentirse escuchados.
