El Sínodo de los obispos sobre los jóvenes y el discernimiento vocacional pretende abarcar toda la realidad de la juventud. Por supuesto también, como su nombre indica, la vocación de muchos que como Deogratias respondieron que “sí” cuando sintieron la llamada de Dios.
La historia de este seminarista comenzó cuando apenas era un niño feliz en el seno de una familia cristiana en Tanzania.
DEOGRATIAS NYAMWIHULA
Seminarista de Mwanza, Tanzania
“Enseguida empecé a sentir que Dios me llamaba, lo sentí, pero sabía que yo era todavía un niño. No era el momento de pensar en mi vida. Mis amigos me dijeron: “Todavía eres un niño, no sabes lo que estás pensando”. Pero para mí era algo serio. Para mí era inexplicable entonces y lo es todavía. Es como cuando se habla de amor. Sabes que lo sientes pero no lo puedes explicar detalladamente”.
Habla de un amor que va creciendo a lo largo de toda su vida, en parte, gracias al testimonio de otras personas. Dice que en su país, Tanzania, las vocaciones están creciendo así como el número de creyentes. Su archidiócesis de Mwanza es una de las que cuenta con más seminaristas de todo el continente africano.
DEOGRATIAS NYAMWIHULA
Seminarista de Mwanza, Tanzania
“Puedo decir que es tal vez gracias a los buenos ejemplos de sacerdotes, o tal vez por el modo de trabajar de quienes se ocupan de las vocaciones de jóvenes. Porque la vocación de los jóvenes es muy fuerte, y los jóvenes aprenden a amar a la Iglesia y a amar nuestra fe. Así se puede descubrir que Dios nos está llamando”.
Toda la comunidad le ha ayudado a discernir qué le pide Dios. Los primeros que lo supieron fueron sus padres que, inmediatamente, le aconsejaron que hablara con los sacerdotes de su archidiócesis. Asegura que esos consejos le ayudaron a ver el futuro con mayor claridad.
DEOGRATIAS NYAMWIHULA
Seminarista de Mwanza, Tanzania
“Me gustaría trabajar con jóvenes. No porque yo sea joven, sino porque muchos jóvenes me ayudaron a llegar a donde estoy ahora y creo que puedo hacer lo mismo. Pienso que si quieres cambiar las generaciones futuras, no hay que ocuparse de los mayores. Hay que llegar a los jóvenes, que están llenos de energía. Y puedes ayudarles a que mejoren su fe o a que cambien de vida. Así puedes hacer algo grande”.
Deogratias estudia en el seminario desde que tenía 19 años. 10 años después dice que aún sigue preguntando a Dios cada día qué quiere de él. Por eso, desde su experiencia, recomienda a quien sienta la llamada a la vocación que no tenga miedo de escuchar y, sobre todo, que se dejen sorprender por Dios.