“Demos a ellos nuestra calurosa bienvenida”.
La voz de Francisco se quebró de emoción al recordar que en este Sínodo sobre los jóvenes estarán presentes por vez primera obispos de China Continental.
FRANCISCO
“Hoy, por primera vez, están aquí con nosotros también dos hermanos obispos de China Continental. Demos a ellos nuestra calurosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible”.
El 22 de septiembre la Santa Sede anunció la firma de un acuerdo provisional con China. Un acuerdo difícil firmado tras décadas de negociaciones y que no ha satisfecho a todos. Para algunos sectores de la Iglesia clandestina significa haber pactado con los perseguidores.
Sin embargo el acuerdo permite situaciones históricas como esta: que dos obispos de China Continental participen en un evento oficial como este en Roma.
También el Sínodo de los jóvenes pondrá a prueba la capacidad de unir a generaciones y mentalidades. Francisco pidió dos cosas a los padres sinodales: por un lado desprenderse de su egocentrismo para escuchar.
FRANCISCO
“Esta actitud nos defiende de la tentación de caer en posiciones moralistas o elitistas, y también de la atracción por ideologías abstractas que no se corresponden nunca a la realidad de nuestra gente”.
Por otro lado Francisco pidió creatividad, dinamismo y huir del “siempre se hizo así” para encontrar soluciones que ayuden a que los jóvenes “resintonicen” con la Iglesia.
Recordando pasajes del Antiguo Testamento, dijo que la capacidad de soñar de los jóvenes dependerá en gran medida de sus ancianos.
FRANCISCO
“Renovar en nosotros la capacidad de soñar y esperar. Porque sabemos que nuestros jóvenes serán capaces de profetizar y de tener visiones en la medida en la que nosotros, adultos o ancianos, seamos capaces de soñar”.
La fachada de la basílica de San Pedro ha sido adornada con dos tapices: uno de San José y otro del arcángel San Miguel. Precisamente el Papa ha pedido que en octubre se invoque la intercesión de este santo para que proteja a la Iglesia de los ataques del demonio que intenta dividirla.