Después de un día agotador, el Papa se reunió con jóvenes sicilianos en una plaza central de Palermo. Cuando bajó del papamóvil, le abrazó esta joven en nombre de todos.
Por lo que se ve, quienes asistían desde la plaza, no querían regresar a casa sin llevarse una foto del Papa.
Luego, tres jóvenes le saludaron en nombre de todos y le hicieron tres preguntas.
“¿Cómo puede un joven o una joven de nuestro tiempo escuchar la voz del Señor?”
“¿Cómo quiere Dios que vivamos en Sicilia como jóvenes?”
En un intenso discurso, el Papa les pidió que no se dejen llevar por el pesimismo, y que no tengan miedo a implicarse personalmente en la construcción del futuro de su tierra y de la Iglesia. Por eso, les explicó que para conocer a Dios hay que decidirse a ser generoso con las personas.
FRANCISCO
“¿Cómo se le escucha? ¿Dónde habla el Señor? ¿Tenéis su número de teléfono para llamarlo?” “Al Señor no se le puede escuchar sentados en el sillón. ¿Entendéis? 'Aquí sentado, con una vida cómoda, sin hacer nada, quiero escuchar al Señor'. Así escucharás cualquier cosa excepto al Señor”. “Soñad en grande. Soñad en grande. Sueños grandes. Porque con esos sueños encontrarás muchas, muchas palabras del Señor: con ellos te está diciendo algo”.
Usando un ejemplo de la literatura española, les dijo que es mejor ser buenos idealistas como don Quijote, que no perezosos realistas como Sancho Panza.
FRANCISCO
“Jesús no quiere que te quedes en el banquillo, te pide que salgas al campo. No te quiere entre bastidores, espiando a los otros, o en el público comentando la jugada. Te quiere en el estrado. ¡Salta al campo! ¿Tienes miedo de hacer el ridículo? No pasa nada, paciencia. Todos lo hemos hecho muchas veces. Quedar mal no es un drama. Lo que sí que es un drama es no dar la cara. Eso sí que es un drama. Es un drama que no dones tu vida”.
Se despidió de ellos pidiéndoles que sean hombres y mujeres que tienden puentes en medio de una sociedad en la que lo habitual es discutir y enfrentarse. Y les dijo que ponerse al servicio a las personas cambia el mundo.
FRANCISCO
“No a la resignación. Todo puede cambiar. 'Pero padre, ¿dónde tengo que llamar para que cambien todo?'¡ ¡A tu corazón, a tus sueños, a tu capacidad como hombre o mujer de dar fruto, de generar. Igual que un mañana generarás un hijo a una hija, genera una civilización nueva, una civilización acogedora, una civilización fraterna, una civilización del amor. Todo puede cambiar”.
Antes de marcharse, muchos jóvenes pudieron decirle personalmente adiós. Se estaba haciendo tarde y el Papa tenía que regresar a Roma, pero hubo tiempo para abrazos, regalos y un puñado de selfies.