En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa pidió a los obispos que resistan la tentación del diablo, el 'gran acusador' que trata de crear escándalo a través de los pecados.
FRANCISCO
“En estos tiempos parece que el 'gran acusador' se ha desatado y está atacando a los obispos. Es verdad, todos somos pecadores, también los obispos. Él intenta desvelar los pecados, que se vean, para escandalizar a la gente. El gran acusador que, como Job dice a Dios en el primer capítulo del Libro de Job, 'va por la tierra buscando a quien acusar'. La fuerza del obispo contra el 'gran acusador' es la oración, la de Jesús sobre el obispo y la suya propia; y la humildad de sentirse elegido y permanecer cerca del pueblo de Dios, sin buscar una vida aristocrática que elimine esta unción. Recemos hoy por nuestros obispos: por mí, por los que están aquí y por todos los obispos del mundo”.
El Papa recordó a los obispos que el modo de actuar es con la oración, con la humildad y con la cercanía al pueblo.
HOMILÍA EN ESPAÑOL
(Fuente: Vatican News)
En estos tiempos, parece que el Gran Acusador esté enfadado con los obispos para crear escándalo. Los obispos deben, por lo tanto, recordar tres aspectos fundamentales: su fuerza es ser hombres de oración, tener la humildad de saber que han sido elegidos por Dios y permanecer cerca del pueblo.
En la homilía de la Misa en Casa Santa Marta el Papa se inspira en el Evangelio de Lucas de hoy (Lc 6, 12-19): Jesús pasa la noche orando, luego es él quien elige a los Doce Apóstoles - es decir los 'primeros obispos' - y luego desciende a las llanuras y se para en medio de la gente que viene a escucharlo y curarse de la enfermedad.
El primer aspecto fundamental (para los obispos) es ser hombres de oración. De hecho, la oración es 'el consuelo que un obispo tiene en los malos momentos'. Es decir, saber que 'en este momento Jesús reza por mí', 'reza por todos los obispos'. En esta toma de conciencia, el obispo encuentra ese 'consuelo' y esa fuerza que lo lleva a orar por sí mismo y por el pueblo de Dios. Esta es su primera tarea. Y que el obispo sea un hombre de oración también lo confirma San Pedro cuando dice: 'Para nosotros, la oración y el anuncio de la Palabra'. Él no dice: 'Para nosotros, la organización de los planes pastorales...'.
La segunda actitud que el Papa enfatiza es que es Jesús quien elige a los Doce y el fiel obispo sabe que no lo eligió a él. 'El obispo que ama a Jesús no es un escalador que va adelante con su vocación como si fuera una función, tal vez mirando a otra posibilidad de avanzar y subir, no. El obispo se siente elegido. Y tiene la certeza de haber sido elegido. Y esto le lleva a dialogar con el Señor: 'me has elegido a mí, que soy poca cosa, que soy un pecador ...': tiene humildad. Porque él, cuando se siente elegido, siente la mirada de Jesús sobre su propia existencia y esto le da fuerza'.
Finalmente, como Jesús en el Evangelio de hoy, el obispo desciende a un lugar plano para estar cerca de la gente y no se aleja. 'El obispo que no permanece alejado del pueblo, que no usa actitudes que lo llevan a estar lejos de la gente; el obispo que toca al pueblo y se deja tocar por el pueblo. No busca el refugio de los poderosos, de las élites: no. Serán las élites quienes criticarán al obispo; el pueblo tiene esta actitud de amor hacia el obispo, y tiene esta -como si fuera- esta unción especial: confirma al obispo en su vocación'.
Más de una vez el Papa ha reiterado que la fuerza del obispo es precisamente ser 'un hombre de oración', 'un hombre que se siente elegido por Dios' y 'un hombre en medio del pueblo'. “Esto es bueno recordarlo, en estos tiempos cuando parece que el Gran Acusador se ha disuelto y está enfadado con los obispos. Es verdad, hay, todos somos pecadores, nosotros los obispos. Pero intenta revelar los pecados, que se vean, para escandalizar a la gente. El Gran Acusador que, como él mismo le dice a Dios en el primer capítulo del Libro de Job, 'viaja por el mundo buscando cómo acusar'. La fuerza del obispo contra el Gran Acusador es la oración, la de Jesús sobre él y la suya propia; y la humildad de sentirse elegido y permanecer cerca del pueblo de Dios, sin ir hacia una vida aristocrática que quita esta unción. Recemos hoy por nuestros obispos: por mí, por los que están aquí delante y por todos los obispos del mundo”.
(((Francisco ha decidido hacer esta reflexión sobre la elección de obispos como lo hizo Jesús la primera vez, también a la luz del hecho de que en este período en Roma se están llevando a cabo tres cursos de obispos: uno para la actualización de los obispos que han cumplido 10 años de episcopado - terminado en estos días - uno para 74 obispos que guian las diócesis de los territorios de misión, y que por lo tanto se refieren a la Congregación de Propaganda Fide, y otro con 130-140 obispos que pertenecen a la Congregación de Obispos. Por tanto, nuevos obispos, siendo un total de más de 200 en estos dos cursos))).