La Orden de Malta es una de las instituciones más antiguas de Occidente. Nació en torno al año 1048, cuando Fray Gerardo Tum y unos comerciantes amalfitanos abrieron un hospital en Jerusalén para atender a los peregrinos cristianos.
En sus inicios, se dedicaba a ayudar a los peregrinos de Jerusalén y, con el tiempo, empezaron a atender las necesidades sanitarias de toda la ciudad. Una misión que persiste en el tiempo.
MAURO BERTERO
Caballero de la Orden de Malta
“Trabaja como institución dedicada a dar testimonio de la fe y brindar su mejor esfuerzo para atender las necesidades de los enfermos y de los más necesitados”.
La Orden de Malta cuenta con 13.500 caballeros y damas, 80.000 voluntarios y 20.000 empleados distribuidos en todos los continentes.
MONICA LAIS
Encargada del archivo de la Orden de Malta
“Todos tienen unas vocaciones que comparten, que tienen que desarrollar: que es la vocación religiosa, porque esta es una orden cristiano católica; la vocación de la misión como voluntarios, en niveles diferentes”.
La Orden de Malta es una entidad soberana, equivalente a un Estado. Puede conceder matrículas a vehículos y tiene su sistema postal.
Se organiza por territorios y su autoridad suprema es el Gran Maestre, que tiene rango de Jefe de Estado. Además, es superior religioso de la Orden.
La Orden de Malta mantiene relaciones diplomáticas con 107 países, pero no defiende los intereses de una sola región, por eso puede trabajar en muchas zonas.
MAURO BERTERO
Caballero de la Orden de Malta
“Lo hacemos a través de 2.000 proyectos humanitarios en 120 países, en los 5 continentes. “Nosotros no defendemos a un Estado nacional, defendemos en realidad a nuestros enfermos, que están en todas partes del mundo”.
La Orden tiene una tradición nobiliaria y caballeresca, y se hereda de padre a hijo. Existen tres clases de miembros: los religiosos con votos de pobreza, castidad y obediencia; los que se comprometen a vivir con la Promesa de Obediencia; y los miembros laicos que viven según los principios de la Iglesia y de la Orden.
Hoy en día, para ser miembro, se necesita una formación teológica sólida y un corazón noble. Y quien desee entrar en ella debe participar en uno de sus proyectos y ser invitado por un caballero.