A tan solo un kilómetro de la basílica de San Pedro hay una cárcel, la prisión del Regina Coeli.
Allí el recuerdo de Francisco todavía está muy presente. En marzo celebró el Jueves Santo con los presos y lavó los pies a 12 de ellos. Entre ellos a Alí, que es musulmán.
ALI BAHAZE
“Cuando llegué dije al compañero que tenía al lado. Pero... ¿nos tenemos que lavar nosotros o el Papa? Y me dijo: 'No. Es él quien lo hace'. El Papa entonces explicó que como Jesús lavó los pies de sus discípulos así también lo haría él. Todavía no me lo creía pero cuando se acercó a mí, ahí empecé a llorar... No me lo podía creer”.
“¿Para ti esto ha sido como una caricia de Dios?”
“Sí. Sí.”.
Alí Bahaze huyó de Argelia en el 92, cuando era un adolescente y desde entonces ha tenido una vida agitada. Espera cortar con su vida pasada y recomenzar de cero. En la cárcel ayuda en la enfermería y le gustaría seguir dedicándose a eso cuando salga.
ALI BAHAZE
“Todos somos humanos y todos cometemos errores. Pero si me das otra oportunidad no fallaré. Aquí no vuelvo más. Si me ayudan, si me perdonan... Aquí no vuelvo más. Me queda un año de prisión y me están ayudando mucho. La dirección me está dando una mano y se lo agradezco. Esperemos que vaya bien cuando salga. Aquí no vuelvo”.
En sus visitas a las cárceles el Papa siempre transmite dos mensajes: uno de esperanza para los presos y otro de exigencia para las instituciones públicas. A ellas les pide que las cárceles sirvan para reintegrar a los presos y no para darles el golpe de gracia.
FRANCISCO
“A veces pareciera que las cárceles se proponen incapacitar a las personas a seguir cometiendo delitos más que promover los procesos de reinserción que permitan atender los problemas sociales, psicológicos y familiares que llevaron a una persona a determinada actitud”.
Las visitas a las cárceles se han convertido prácticamente en una parada obligada de cada viaje de Francisco. Les dedica tiempo y palabras de aliento y desde allí lanza fuertes mensajes a toda la sociedad. Porque dice que un país es capaz de recomponerse en la medida en la que cuida a enfermos y perdona a sus presos, reintegrándolos.