Según la Congregación para las Causas de los Santos, el proceso de canonización es uno de los más democráticos en la Iglesia, ya que se inicia porque lo solicitan los católicos.
MONS. ROBERT SARNO
Congregación para las Causas de los santos
“Me gusta decir que cada santo tiene dos “i”: imitación e intercesión. El primer paso es ver si los fieles creen que la persona es imitable. Una vez que el obispo ha certificado esto, debe confirmar también que, a través de su intercesión, las oraciones de la gente han sido respondidas. Y entonces, se puede comenzar el proceso”.
Se trata de la “fase diocesana”, que concluye con la solicitud formal a la Congregación para que abra el proceso. La acompaña una recopilación de testimonios a favor y en contra del posible santo y el nombramiento del postulador que coordinará el proceso.
MONS. ROBERT SARNO
Congregación para las Causas de los santos
“Es un proceso colegial en el que mujeres y hombres expertos deben dar su opinión. Al final, después de que los obispos locales hayan reunido todas las pruebas a favor y en contra de la canonización, la congregación estudia todo el material y hace una recomendación al Santo Padre, que es quien toma la decisión final de beatificar o canonizar al candidato”.
A lo largo del proceso, se debe demostrar al menos un milagro realizado por la intercesión de esa persona. Uno para la beatificación, y otro realizado después, para declararlo santo. Sin ellos, el proceso no va adelante.
MONS. ROBERT SARNO
Congregación para las Causas de los santos
“El Señor elige a algunos, y solo Él sabe por qué; y da carismas o dones especiales en ese momento particular de la historia de la Iglesia, como señales de un camino, señales de cómo llegar al Cielo”.
Precisamente estos dones y carismas son los que provocan las dos “íes”: el deseo de “imitar” y la búsqueda de la “intercesión”. Son las dos claves para que avance el proceso de canonización.