Este lunes, el nuncio del Papa, el cardenal Leopoldo Brenes y su obispo auxiliar Silvio José Báez fueron agredidos dentro de una Iglesia por una turba de encapuchados ligados al presidente Daniel Ortega.
Monseñor Báez publicó en Twitter la foto de las heridas y contó que había sido “golpeado en el estómago” y que le “arrebataron las insignias episcopales”.
MONS. SILVIO JOSÉ BÁEZ
Obispo auxiliar de Managua (Nicaragua)
“Alfonso, esto no es nada para lo que está sufriendo el pueblo de Nicaragua. Los obispos hemos podido constatar de persona el rostro agresivo asesino de la estructura que está dominando Nicaragua en este momento. Varios obispos hemos sido objeto de agresión física y verbal”.
“Todo se puede evitar cuando razonamos, cuando actuamos con buena voluntad, cuando buscamos soluciones pacíficas, pero por medio de la violencia todo se encamina a un callejón sin salida. Por eso, el llamado de la Iglesia siempre, alto a la violencia, no agresión a nadie ni a nada”.
Desde el pasado mes de abril el ejército y los partidarios de Daniel Ortega están reprimiendo las protestas pacíficas de manifestantes.
Aunque han fallecido 309 personas y hay miles de heridos, los ciudadanos siguen manifestándose y bloqueando las calles.
La Iglesia se ofrece a mediar, pero el gobierno dice que no negociará con la oposición hasta que se interrumpan las protestas.
Mientras tanto, el cardenal y el nuncio están viajando a las zonas más delicadas para apaciguar los ánimos. El 21 de junio evitaron una auténtica masacre cuando atravesaron las calles con el Santísimo.
CARD. LEOPOLDO BRENES
Arzobispo de Managua, Nicaragua
“Lo habíamos visto en las dos guerras que hemos tenido donde han muerto más de 50.000 personas pero había personas armadas. Un grupo armado contra otro grupo armado. Pero en este caso no. Ha sido contra personas que iban caminando por la calle sin arma o alguien detrás de una barricada, quizá con un mortero... Entonces esto es mucho más duro que una guerra”.
El Papa ha pedido públicamente oraciones para que regrese la calma al país.
El 11 de mayo escribió una carta al presidente Daniel Ortega en la que recordaba que “nunca es tarde para el perdón y la reconciliación” y recordaba que la violencia sólo contribuye a multiplicar la división y el sufrimiento.