Unas 20.000 personas acompañaron al Papa desde la plaza durante el rezo del Ángelus en este cálido domingo de junio.
Francisco centró sus palabras en torno a la figura de San Juan Bautista. Explicó que su nacimiento, cuando ya nadie esperaba que los ancianos Isabel y Zacarías pudieran tener un hijo, fue una señal de que nada es imposible para Dios.
FRANCISCO
“Pero Dios no depende de nuestra lógica y de nuestra limitada capacidad humana. Hace falta aprender a fiarse y a callar de frente al misterio de Dios y contemplar con humildad y silencio su obra, que se revela en la historia y que muchas veces supera nuestra imaginación”.
El Papa recordó que este acontecimiento sorprendió mucho a la gente de la época, que hablaba del milagro del nacimiento de San Juan. Por eso, dijo que los cristianos, también hoy en día, deben acoger las obras de Dios con el mismo sentido de alegría y gratitud.
FRANCISCO
“¿Cómo es mi fe?, ¿es alegre?, ¿está abierta a las sorpresas de Dios? Porque Dios es el Dios de las sorpresas. ¿He “gustado” en el alma ese sentido de estupor que da la presencia de Dios, ese sentido de gratitud?'
Por último, Francisco recordó que en cada ser humano está la huella de Dios y que los padres son colaboradores de Dios al generar vida, una misión sublime que hace de cada familia un auténtico santuario de vida.
