La deslumbrante grandeza de Roma oscurece otras joyas como esta: Ostia Antigua. En la antigüedad fue puerto del Imperio romano. Por aquí entraban las tropas que regresaban de lejanas guerras, esclavos, comerciantes y, probablemente también aquí desembarcaron los primeros discípulos de Cristo.
FLORA PANARITI
Arqueóloga, Ostia Antica
“Ostia era un puerto de gran importancia. Lo separaban de la capital del Imperio tan solo 24 kilómetros. Por aquí desembarcaron todos los cultos orientales del mundo antiguo. ¿Por qué no pensar que también los cristianos, que vienen de esa parte del Mediterráneo hubieran desembarcado en Ostia para después ir a la capital?”.
En Ostia se guarda el recuerdo de una de las cristianas más famosas de los primeros siglos: Santa Mónica, la madre de San Agustín, quien falleció aquí mientras esperaba regresar a su tierra en África. Su hijo recuerda en sus Confesiones el paso de la familia por esta ciudad. Esta placa recuerda lo que dijo el Santo.
FLORA PANARITI
Arqueóloga, Ostia Antica
“En las confesiones hay una parte muy hermosa, muy sugestiva y conmovedora, que ha pasado a la Historia como el momento del éxtasis de Santa Mónica. Están en Ostia, en una casa, se asoman a una ventana que da al patio en una zona tranquila, lejos del centro, de donde estamos ahora. Hablan con dulzura, con tranquilidad. Es un diálogo entre madre e hijo y hablan de cómo será la vida en el más allá. Sienten esta inspiración, esta intimidad que se está creando entre ellos. Es una especie de testamento que Mónica hace a este hijo suyo perdido y encontrado en la fe porque cinco o seis días después, expirará aquí. Era el año 387 después de Cristo y será enterrada en Ostia”.
Esta basílica es la prueba de la presencia cristiana en Ostia, aunque no fue fácil asentarse porque en esta misma ciudad varios de ellos sufrieron martirio.
Pasear por Ostia es como viajar al pasado y caminar por las calles de la que fue una de las principales ciudades del Imperio. Contemplar los ricos mosaicos de sus termas...
Su majestuoso teatro...
O la elegancia de sus edificios, casas e incluso tabernas.
Sus visitantes dicen que estar aquí es como una inmersión en el pasado.
“El Foro, en Roma, no está tan vivo como este lugar. Te puedes imaginar cómo es la vida cotidiana aquí”.
“Está en las afueras de Roma. No hay tanto ruido, es más tranquilo”.
“Estoy muy impresionada. Es una sorpresa para nosotros. No sabíamos mucho de este lugar antes de venir a Italia esta vez y en comparación al Foro Romano es increíble. Todos los edificios se los puede imaginar uno mucho mejor”.
La ciudad satélite de la capital tuvo en sus tiempos de máximo esplendor 60.000 habitantes. Sin embargo, con el paso del tiempo la vida de esta ciudad se fue apagando.
Cuando Roma fue perdiendo hegemonía y otros puertos ganaron protagonismo, la ciudad se fue despoblando. Las pestes y epidemias dieron el golpe de gracia y la ciudad cayó en el olvido hasta que las excavaciones de los últimos siglos la volvieron a sacar a la luz.