Eran poco más de las diez de la mañana cuando el Papa Francisco bajó del avión en el aeropuerto Internacional de Ginebra con un semblante más serio de lo habitual.
Al pie de la escalerilla lo recibieron estos dos niños que le dieron una colorida bienvenida con flores, y el presidente de la Confederación Suiza, Alain Berset.
También se encontraba allí dos ex guardias suizos.
El Papa escuchó el himno del país junto al presidente de la Confederación y después fue el turno de los honores ante los militares.
Con esta curiosa banda sonora a ritmo de tango ambos tomaron sus respectivos coches para reunirse en privado en la sala VIP del aeropuerto. Antes de su encuentro, el presidente le regaló este cuadro de Jesús ante la Barca de Pedro . El Papa le regaló una estampa antigua del guardia suizo y primer comandante, Kaspar von Silenen.
Solo estuvieron unos minutos ante las cámaras, pero hubo tiempo para bromas.
“¿Sabes cuál es la diferencia entre un terrorismo y el protocolo? Que con el terrorista se puede conversar”.
En la sala contigua, el Secretario de Estado, Pietro Parolin, se reunió con el jefe del Departamento Federal de Asuntos Exteriores, Ignazio Cassis, y otros miembros del gobierno.
Desde allí el Papa partió hacia la sede del Consejo Mundial de Iglesias. En Suiza pasará solo diez horas, que como dijo el Papa durante el vuelo, marcarán “un viaje hacia la unidad”.