Como todos los miércoles, Francisco completó un largo circuito en papamóvil por la plaza de San Pedro para saludar a los miles de peregrinos que acudieron a escuchar su catequesis.
Explicó la Confirmación, el sacramento por el que se recibe al Espíritu Santo.
FRANCISCO
“Es un don inmerecido, el Espíritu, que hay que acoger con gratitud, dando espacio a su inagotable creatividad. Es un don que se debe custodiar con atención, secundar con docilidad dejándose modelar, como cera, por su ardiente caridad”.
Dijo que el rito tiene varios gestos que expresan la profundidad de este sacramento: en primer lugar se renuevan las promesas bautismales y se hace la profesión de fe. Después, el obispo impone sus manos sobre los confirmados e “invoca la efusión del Espíritu sobre ellos”. Subrayó la capacidad del Espíritu Santo para construir la unidad en la diversidad.
Por último recordó por qué se utiliza el aceite para la unción: en la antigüedad se utilizaba como medicina y para perfumar el cuerpo, lo mismo que el Espíritu Santo realiza en el alma.
FRANCISCO
“El Espíritu Santo es el don, el don invisible concedido y el crisma es su sello visible. Recibiendo en la frente la señal de la cruz con el aceite perfumado, el confirmado recibe una huella espiritual indeleble, el carácter que lo configura más perfectamente a Cristo y le da la gracia de expandir entre los hombres su buen perfume”.
Al terminar, jóvenes coreanos realizaron esta exhibición de taekwondo donde espiritualidad y energía se entrelazaron para enviar un mensaje de paz.
Al terminar su demostración los atletas mostraron este cartel: la paz es más valiosa que el triunfo.
Francisco les dijo que lo que habían hecho era una muestra de lo que significa querer trabajar para construir la paz.
