El Papa Francisco ha visitado una comunidad católica pequeña pero muy significativa. Se llama Nomadelfia. Aquí viven como las primeras comunidades cristianas: lo comparten todo.
El Papa visitó la tumba de su fundador, el sacerdote Zeno Saltini. Tras la Segunda Guerra Mundial el sacerdote acogió a niños huérfanos y abandonados. Pero luego decidió dar una familia a esos niños. Varias mujeres se consagraron para ser sus madres “por vocación”. Más adelante, también llegaron parejas casadas. Desde entonces, aquí no tratan de modo diferente a los hijos que reciben y a los que se les confían.
Contaron a Francisco la historia de la comunidad con este espectáculo musical.
“Muchos piensan que Nomadelfia es una utopía”.
“Pero si queremos un mundo diferente, lo único que se puede hacer es vivir como si ya existiera”.
Durante la visita, el Papa conoció a muchas familias, como a estas dos, que viven esta vida como una vocación.
“Somos una pareja de esposos de Nomadelfia, nacimos y crecimos aquí. Nos casamos hace 25 años y tenemos 11 hijos”.
“Yo soy una madre por vocación. Estoy aquí desde hace 30 años”.
FRANCISCO
“Ante el sufrimiento de los niños huérfanos o marginados, Don Zeno comprendió que el único lenguaje que comprendían era el del amor. Por lo tanto, supo individuar una peculiar forma de sociedad en la que no hay sitio para el aislamiento o la soledad, sino que rige el principio de la colaboración entre familias, en la que sus miembros se reconocen hermanos en la fe'.
“Os exhorto a continuar este estilo de vida, confiando en la fuerza del Evangelio y del Espíritu Santo, mediante vuestro límpido testimonio cristiano”.
Como recuerdo, le entregaron muchos regalos, que dijo que le gustaron porque eran sencillos y mostraban espíritu de familia: un libro con dibujos y otro con fotos.
“Nuestra casa es su casa”.
Y esta pareja, que se casa en unas semanas, le pidió que bendijera sus alianzas. Algo que el Papa hizo encantado.