El sol salió justo a tiempo para la audiencia general del miércoles, y se notaba en la alegría de los peregrinos. Uno de los participantes se atrevió incluso a lanzar un solideo que se quedó en la parte superior del papamóvil. Pero el regalo que más le gustó se lo entregó esta mujer.
Durante la catequesis el Papa habló del bautismo, y recordó que este sacramento convierte a quien lo recibe en hijo o hija de Dios.
FRANCISCO
“Esta voz paternal, imperceptible para el oído, pero que se escucha bien en el corazón de quienes creen, nos acompaña durante toda la vida, sin abandonarnos nunca. A lo largo de la vida, el Padre nos dice: 'Tú eres mi hijo amado. Eres mi hija querida'. Dios nos quiere mucho. Es un padre. No te deja solo. Esto, desde el momento del bautismo. Ahí renacemos como hijos de Dios, y lo somos para siempre”.
El Papa explicó que independientemente de cómo se comporten las personas, nadie puede dejar de ser hijo de Dios.
FRANCISCO
“La marca que deja el bautismo no se pierde jamás. 'Pero padre, ¿qué pasa si una persona se convierte en un delincuente, uno de esos famosos, que matan gente y cometen injusticias?, ¿se pierde esa marca? No.
Continúa siendo hijo de Dios, quizá va contra Dios, pero Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Habéis entendido esta última parte? Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Lo repetimos todos juntos? 'Dios nunca reniega de sus hijos'. Un poco más fuerte, que estoy un poco sordo y no lo he entendido”.
'Dios nunca reniega de sus hijos'
“Así está bien”.
El Papa dijo que en las aguas del bautismo las personas nacen de nuevo, y que este sacramento deja una marca indeleble en el alma. Por último, recordó que ese espíritu cristiano debe mostrarse con la coherencia cristiana de la fe y el amor.