El Papa llegó así a Molfetta, en helicóptero. Después retomó su recorrido en papamóvil saludando a las miles de personas que lo esperaban en el paseo marítimo.
Francisco presidió la misa en esta ciudad en la que Tonino Bello fue obispo.
En su homilía, el Papa reflexionó sobre dos elementos fundamentales de la vida cristiana: el Pan y la Palabra.
FRANCISCO
“Cristo es el Pan partido por nosotros y quien lo recibe se convierte, a su vez, en pan partido, que no se hincha de orgullo sino que se da a los demás. Deja de vivir para sí mismo o para su propio éxito, para tener algo o para ser alguien sino para vivir para Jesús o como Jesús, es decir, para los demás. “Vivir para” es lo que distingue a quien come este Pan, es la “marca de la casa” del cristiano”.
El Papa citó en varias ocasiones a Tonino Bello, el llamado “obispo de los pobres”, quien decía que la Eucaristía sin caridad es “un sacramento incompleto”. Por eso, Francisco lanzó esta pregunta.
FRANCISCO
“Podemos preguntarnos: ¿Se realiza en mí este sacramento? Más concretamente, ¿me gusta solo ser servido en la mesa del Señor o me levanto para servir como el Señor?, ¿doy en la vida aquello que recibo en misa? Y como Iglesia podemos preguntarnos, ¿después de tantas comuniones, somos gente de comunión?”
Francisco aseguró que la Eucaristía convierte a los cristianos en constructores de paz. Además explicó que la Palabra de Jesús se debe escuchar y también poner en práctica.
FRANCISCO
“¿Cómo puede el Evangelio resolver los problemas del mundo?, ¿para qué sirve hacer el bien en medio de tanto mal? Y así caemos en el error de esa gente paralizada que discute sobre las palabras de Jesús en lugar de prepararse para acoger el cambio de vida que Él nos pide”.
Por último, el Papa animó a todos los cristianos a ser portadores de esperanza, “cireneos de la alegría”, como decía el obispo Tonino Bello.