En su segundo encuentro con el Papa, los Misioneros de la Misericordia escucharon una larga reflexión sobre el perdón.
Francisco les dijo que la llave para ser grandes confesores es, en primer lugar, recordar lo misericordioso que Dios ha sido con ellos.
Por eso les dijo que en la confesión no hay que avergonzar a quien ya ha reconocido sus errores, sino animarlo.
FRANCISCO
“Es misericordioso el confesor cuando dice: Adelante, vamos, vamos. Le da esperanza. ¿Y si pasa algo? Vuelve, no hay problema. El Señor te espera siempre. No tengas vergüenza de volver, porque el camino está lleno de piedras y de mondas de plátano que te hacen resbalar”.
El Papa dijo que hay un elemento que como confesores tienen que saber manejar: la soledad. La soledad que invade al pecador pero también la soledad que se siente cuando Dios no responde.
Fue uno de los puntos más importantes del encuentro porque como Misioneros de la Misericordia deben ayudar a superarla.
FRANCISCO
“También hay momentos en los que realmente se siente el silencio y el abandono de Dios. No solo en las grandes horas oscuras de la humanidad de cada época, que hacen a muchos preguntarse sobre el abandono de Dios. Pienso ahora en la Siria de hoy. Ocurre también en la vida personal, hasta en la de los santos, que se pueda experimentar el abandono”.
El Papa dijo que la clave para superar la soledad es aceptarla porque es parte de la experiencia del amor. Cuando la soledad es producida por otros motivos, el vacío es mayor y más difícil de superar.