Durante su homilía en Casa Santa Marta, mientras en Roma nevaba, el Papa recordó que los hombres juzgan mucho y perdonan poco.
FRANCISCO
“En las reuniones que hacemos, un almuerzo, lo que sea, imaginemos que dura dos horas. De esas dos horas: ¿cuántos minutos hemos gastado en juzgar a los demás? FLASH Sed misericordiosos como el Padre vuestro es misericordioso”.
El Papa recomendó pedir a Dios la gracia de la vergüenza, para poder reconocer los propios pecados.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Vatican News)
“En las reuniones que nosotros tenemos, un almuerzo, independientemente de lo que sea, pensemos de dos horas: de esas dos horas, ¿cuántos minutos se han gastado para juzgar a los demás? Esto es el ‘no’. E igual es el ‘sí’. Sean misericordiosos. Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. Es más: sean generosos. Den y se les dará. ¿Qué se me dará? Una medida buena, colma y rebosante. La abundancia de la generosidad del Señor, cuando nosotros estemos plenos de la abundancia de nuestra misericordia al no juzgar”.
“Y nosotros sabemos que la justicia de Dios es misericordia. Pero es necesario decirlo: ‘A Ti te compete la justicia; a nosotros, la vergüenza’. Y cuando se encuentran la justicia de Dios con nuestra vergüenza, allí está el perdón. ¿Yo creo que he pecado contra el Señor? ¿Yo creo que el Señor es justo? ¿Yo creo que es misericordioso? ¿Yo me avergüenzo ante Dios, de ser pecador? Así de sencillo: a Ti la justicia, a mí la vergüenza. Y pedir la gracia de la vergüenza”.
“Es una gran gracia, la vergüenza. Así recordamos: la actitud hacia el prójimo, recordar que con la medida con la que yo juzgo, seré juzgado; no debo juzgar. Y si digo algo sobre el otro, que sea generoso, con tanta misericordia. La actitud ante Dios, este diálogo esencial: “A Ti la justicia, a mí la vergüenza”.