Un tercio de los 200.000 ucranianos que viven en Italia tienen menos de 30 años y su energía se hizo notar cuando el Papa llegó a la basílica de Santa Sofía. Esta es la sede de la comunidad greco-católica de Ucrania en Roma.
Francisco recogió unas palomas blancas y antes de lanzarlas se recogió en oración por la paz en Ucrania durante unos instantes.
“Uno, dos, ¡tres!”.
El 7% del país fue invadido por Rusia y hay al menos dos millones de desplazados en el país. Antes de entrar Francisco rezó un Ave María con todos los presentes por la paz.
Una vez dentro de la basílica el Papa fue acogido con cantos de Navidad. Para los católicos ucranianos de este rito todavía es este tiempo litúrgico.
Francisco saludó con especial afecto a los enfermos y después escuchó las palabras de recibimiento de Sviatoslav Shevchuk.
El arzobispo mayor de la Iglesia greco católica explicó que esta basílica se convirtió en un memorial. Hasta ahí iban las personas que no podían volver al país a causa de la represión comunista. Rezaban por sus difuntos.
“Es un memorial para no olvidar las muchas iglesias destruidas durante la Unión Soviética y las millones de personas víctimas de la persecución nazi y comunista. Entre todos ellos recordamos al beato mártir Omeljan Kovč, un sacerdote casado asesinado por los nazis en el campo de concentración de Majdanek, hoy en Polonia, por haber salvado numerosas personas judías perseguidas durante el período oscuro de la Shoah”.
Sviatoslav Shevchuk denunció ante el Papa la agresión que su país sufre a causa de Rusia desde que invadió Crimea hace 4 años. Dijo que ha sido totalmente olvidada por el mundo a pesar de que la crisis humanitaria que ha desencadenado es la peor que hay en Europa desde la II Guerra Mundial.
En su intervención Francisco alabó el coraje de los ucranianos y en concreto el de las mujeres: madres y abuelas que transmitieron la fe a sus hijos y que todavía hoy desenvuelven una gran labor social en Italia cuidando a personas enfermas y ancianas.
FRANCISCO
“Detrás de cada uno de vosotros hay una madre, una abuela, que ha transmitido la fe. Las mujeres ucranianas son heroicas, de verdad. Se lo tenemos que agradecer al Señor.
Estoy aquí para deciros que estoy cerca de vosotros, cercano con el corazón, cercano con la oración, cercano cuando celebro la Eucaristía. Allí suplico al Príncipe de la Paz que callen las armas. Le pido también que no tengáis más necesidad de cumplir enormes sacrificios para mantener a vuestros seres queridos”.
Al terminar el Papa les reveló un pequeño secreto: que todas las noches antes de acostarse reza a una imagen de la Virgen que le regaló el mismo arzobispo Sviatoslav Shevchuk. Él, antes de ser nombrado Arzobispo Mayor cuando vivía vivía en Argentina. Francisco pidió a los presentes rezar una última vez a la Virgen por la paz antes de concluir la visita.