El domingo Francisco visitará la basílica de Santa Sofía de Roma, sede de la comunidad greco-católica ucraniana.
Todo apunta a que será algo más que la visita pastoral del obispo de Roma a una de sus parroquias. Será la ocasión para recordar el sufrimiento del pueblo ucraniano. El país ha sufrido una gran crisis humanitaria tras la ocupación de Crimea por parte de Rusia: hay 2 millones de desplazados internos y la ONU ha denunciado detenciones arbitrarias, torturas e incluso ejecuciones extrajudiciales.
En un encuentro con periodistas, su arzobispo mayor, Sviatoslav Shevchuk, denunció que es una guerra olvidada.
SVIATOSLAV SHEVCHUK
Arzobispo Mayor, Iglesia Greco Católica Ucraniana
“De esta tragedia no se habla más. Ya no es noticia la guerra en Ucrania. No sé por qué. En la zona golpeada por la guerra diariamente hay enfrentamientos militares. Si no me equivoco la gran mayoría de las escuelas están destruidas. El nuncio apostólico Claudio Gugerotti, viene de vez en cuando a visitar estas zonas y cada vez regresa más deprimido. Recientemente, por Navidad ha venido y se encontró una Lugansk desierta. En los grandes vecindarios de 200 apartamentos habitados solo quedan dos o tres”.
Santa Sofía es una de las basílicas más recientes de Roma pero su historia está cargada de significado. En su interior está enterrado San Clemente Romano, el cuarto Papa de la historia.
Su construcción fue promovida por el cardenal Josyp Slipyi, líder de la Iglesia Greco Católica Ucraniana durante el régimen soviético. Este purpurado sufrió la dura persecución: pasó 18 años en prisión.
Pablo VI estuvo presente en la consagración y Juan Pablo II la visitó en 1984. Francisco será el tercer Papa que entra en ella.
Además en esta visita también tendrá un tono nostálgico porque ahí está enterrado el obispo salesiano Stepan Czmil a quien el Papa conoció cuando era adolescente. El entonces sacerdote despertaba al futuro Papa para que le ayudara a celebrar Misa. Gracias a él, Francisco conoció el rito ucraniano.