En Trujillo, el Papa no podía faltar a una cita muy especial siendo como es tan devoto de la Virgen. En la catedral depositó este ramo de flores a los pies de la imagen de la Inmaculada Concepción de Otuzco.
En la catedral solo había unas 300 personas pero fuera le esperaban miles.
'Francisco amigo, Trujillo está contigo”.
Las calles de Trujillo se desbordaron de personas deseosas de mostrar su cariño a Francisco. Minutos después llegó al seminario donde mantuvo un encuentro con el clero peruano.
Había mucha emoción en el ambiente y el Papa tuvo que pedir tranquilidad. Francisco comenzó su discurso con una broma.
FRANCISCO
“Buenas tardes”.
“Como es costumbre que el aplauso viene al final, quiere decir que ya terminé, así que me voy”.
“¡No!”
El Papa les pidió que sean memoriosos, alegres y agradecidos. Y les habló de la importancia de cuidar las raíces para dar un buen fruto.
FRANCISCO
“Les digo que da mucha pena ver algún obispo, algún cura, alguna monja marchitos y más pena me da ver seminaristas marchitos”.
Después les recomendó que se rían de sí mismos como remedio para estar siempre alegres y evitar la autorreferencialidad.
FRANCISCO
“Si padre pero, ¿usted no tiene un remedio, algo?”.
Tengo dos pastillas que son... que ayudan mucho. Una es hablar con Jesús, la Virgen, la oración. Reza y pide la gracia de la alegría, de la alegría sobre la situación real. La segunda pastilla la puedes hacer varias veces por día si la necesitas. Si no, una sola basta: mírate al espejo”.
Les dijo que su entrega no fue para hacer lo que más les hubiese gustado y les recordó que no pueden ser “funcionarios de los sagrado”.
FRANCISCO
“Nos hace bien recordar que nuestras vocaciones son una llamada de amor para amar, para servir, no para sacar tajada para nosotros mismos”.
Por eso, les animó a escuchar y a aprender de los sacerdotes, religiosos y religiosas mayores porque ellos van por delante.
FRANCISCO
“Los jóvenes caminan rápido pero los viejos conocen el camino”.
Y antes de marcharse, les animó a cuidar la convivencia en las comunidades, para que no haya divisiones, para cuidarse de la tentación del “hijo único”