Tras catorce horas de vuelo y haber sobrevolado ocho países, el Papa Francisco aterrizó en Chile. Llegó una hora antes de lo programado, a las siete y cuarto de la tarde de Chile. Francisco prefirió bajar del avión sin el solideo, debido al fortisimo viento.
A pie de pista lo recibieron la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, el Presidente del Senado, Andrés Zaldivar, el arzobispo de Santiago de Chile, el cardenal Ricardo Ezzati Andrello y el Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Santiago Silva Retamales, entre otros.
Pero el recibimiento con flores de estos niños pareció ser el preferido de Francisco.
Aunque su semblante al inicio fue serio, cambió con los minutos. Los presentes le dieron una eufórica bienvenida.
“Bienvenido a Chile”
Una orquesta amenizó la llegada. Con la música de fondo, el Papa intercambió algunas palabras con la Presidenta. Después, cantó esta niña. Al Papa pareció gustarle tanto que esperó a que terminara para agradecerle su actuación y bendecirla.
La Presidenta acompaño al Papa hasta el coche, y se despidieron hasta el dia siguiente.
Antes de dirigirse a la nunciatura, hizo una visita que no estaba en el programa. Visitó la tumba del obispo Enrique Alvear, conocido como el “obispo de los pobres”, fallecido en el 82.
Rezó durante unos minutos ante su tumba antes de dirigirse a la nunciatura, pero no pudo hacerlo en silencio, debido a los gritos de emoción de las personas que se encontraban fuera.
El Papa se mostró así de feliz con la acogida del pueblo chileno.
A un cierto punto del recorrido, cambió su coche por el papamovil para poder saludar de cerca quienes lo esperaban.
Finalmente llegó a la nunciatura, donde nada más bajar besó a este bebe y saludó a los niños que lo esperaban. Incluso intercambió solideos y recibió regalos. Se tomó su tiempo para saludar a todos. Hubo quien no logró controlar su emoción.
Con esta emoción, entusiasmo y cariño dio comienzo el viaje del Papa en Chile, su 22 visita apostólica internacional.
