Pocos saben que Hermes, el mensajero de los dioses, era uno de los pocos que podía visitar los infiernos. Ayudaba a las almas a pasar al otro mundo tras la muerte. Y esta de aquí...es su representación más perfecta. Está en los Museos Vaticanos.
GIANDOMENICO SPINOLA
Museos Vaticanos
“Comparándolo con otro tipo de Hermes, este tenía una característica especial. Tiene la mirada algo sombría y triste y la posición de su cuerpo nos hace entender que está acompañando a un difunto”.
La estatua fue esculpida en el siglo II, durante el mandato del emperador Adriano, pero después se perdió su rastro. Fue en el siglo XVI cuando se encontró en las inmediaciones del Castel Sant'Angelo y pasó a ocupar uno de los puestos más vistosos dentro del Vaticano; en el patio del Belvedere.
La prueba de la extraordinaria destreza de su escultor es la fabulosa solidez. Esta le ha permitido resistir a una y otra restauración a través de los siglos aunque la última intervención fue casi de urgencia: la estatua corría el peligro de romperse.
GUY DEVREUX
Departamento Restauración
“La dificultad está en el hecho de que es una obra extremadamente importante, muy conocida y extremadamente delicada”.
MASSIMO BERNACCHI
Restaurador
“La restauración anterior había unido la estatua con clavos de hierro cuadrangulares muy grandes. Se estaban oxidando y esto podría partir el mármol”.
Para impedir que eso sucediera tuvieron que echar mano de la tecnología y la destreza manual de expertos. Desmontaron la estatua y sustituyeron los clavos y resinas por otros materiales menos agresivos. También decidieron que a partir de ahora se monitorice la estatua para comprobar en tiempo real su estado.
MASSIMO BERNACCHI
Restaurador
“Se instalarán sensores especiales en la obra que nos permitirán saber si hay algún movimiento imperceptible que haga que tengamos que intervenir de nuevo”.
Este Hermes fue un modelo de perfección para muchos artistas y para los amantes del arte es una joya. Ahora descansa en los Museos Vaticanos junto a otras grandes esculturas de todos los tiempos como el Apolo o el Laoconte.
