El Papa Francisco optó por un “rickshaw” en lugar del papamóvil para desplazarse hasta el recinto donde tuvo lugar este encuentro interreligioso y ecuménico por la paz.
El cardenal Patrick D'Rozario, arzobispo de Daca, fue el encargado de pronunciar el discurso inaugural en el explicó que la acogida a la minoría rohinyá es un desafío para Bangladés.
CARD. PATRICK D'ROZARIO
Arzobispo de Daca
“Abrir nuestro corazón de forma misericordiosa y compasiva para aquellos que más lo necesitan, en concreto ahora la minoría rohinyás”.
Precisamente un grupo de esta etnia musulmana perseguida acudió al encuentro. Eran 18 refugiados en Bangladés procedentes de Myanmar.
A continuación intervinieron representantes de distintas religiones y también de la sociedad civil.
Y tras la música, habló el Papa que criticó de nuevo el uso de la religión para justificar la violencia.
FRANCISCO
“Que este compromiso, aquí en Bangladés, donde el derecho a la libertad religiosa es un principio fundamental, sea una llamada de atención respetuosa pero firme hacia quien busque fomentar la división, el odio y la violencia en nombre de la religión”.
Francisco explicó que el mundo necesita corazones abiertos que puedan superar la indiferencia para alcanzar todos juntos una auténtica cultura del encuentro.
FRANCISCO
“¡Cuánto necesita el mundo de este corazón que late con fuerza, para combatir el virus de la corrupción política, las ideologías religiosas destructivas, la tentación de cerrar los ojos a las necesidades de los pobres, de los refugiados, de las minorías perseguidas y de los más vulnerables!”
Pero sin duda, el momento más esperado del encuentro fue este, el saludo del Papa a 16 refugiados de la minoría rohinyás a la que tanto ha defendido. Con ayuda de un traductor, Francisco escuchó atentamente el relato de sus tragedias.
Muy conmovido les pidió perdón por la indiferencia del mundo ante su sufrimiento, solicitó que se reconozcan sus derechos y aseguró que “la presencia de Dios hoy también se llama rohinyá”.