Poco después de las diez de la noche Francisco llegó al aeropuerto romano de Fiumicino. Le esperaban 10 horas de vuelo.
Como es habitual, una vez superada la fase de despegue, dirigió un breve saludo a los periodistas que lo acompañan en este nuevo viaje a Asia. Habló sobre las diez y media de la noche.
FRANCISCO
“Buenas noches y muchas gracias por la compañía. Gracias por vuestro trabajo que siempre siembra mucho bien. Os deseo una buena estancia. Dicen que hace demasiado calor, lo siento. Que al menos sea fructífero. Ahora os saludo personalmente”.
Y así hizo. Fue saludando uno a uno a los profesionales que viajan con él dentro del vuelo papal. Incluso felicitó a una periodista española por su cumpleaños, que coincidió con el comienzo del viaje.
“Cristina Cabrejas. Hoy es su cumpleaños. Periodista de Efe”
“¿Me da dos besos?”
Después de una larga noche sobrevolando Croacia, Bosnia Erzegovina, Serbia, Montenegro, Bulgaria, Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Turkmenistán, Afganistán, Pakistán e India, poco antes de las ocho de la mañana, hora de Roma, Francisco aterrizó en Rangún.
Y como ya dijo el Papa en el avión, con calor: a casi 30 grados y con un 70 por ciento de humedad.
A pie de pista fue recibido por un delegado del presidente de Myanmar y por los obispos del país. El cardenal Bo lo saludó con gran entusiasmo.
“Santo Padre. Bienvenido. Bienvenido”.
Después Francisco saludó al resto de obispos y a estos pequeños vestidos con trajes tradicionales que, aunque con un poco de timidez al principio, le dieron con estos abrazos la más tierna de las bienvenidas.