Francisco quiso recordar en esta jornada que los últimos deben ser los primeros. Por eso, presidió esta vigilia de oración por la paz en Sudán del Sur y en República Democrática del Congo.
Con estos cantos en suajili comenzó la ceremonia. Durante la procesión de entrada varias personas llevaron fotografías hasta el altar de los protagonistas por quienes se rezó en este encuentro.
El Papa recordó que quería viajar a Sudán del Sur pero que, al no poder, no encontraba mejor forma de acompañar a este pueblo que con la oración.
En Sudán del Sur se vive una cruenta guerra civil casi desde que se separó de su vecino del norte en 2011. Los muertos ya ni se cuentan y hay dos millones de refugiados y otros dos de desplazados internos. En República Democrática del Congo la violencia es endémica y está provocada en parte por la ambición desmedida por explotar sus abundantes recursos naturales y en parte por la corrupción generalizada.
FRANCISCO
“Que el Señor resucitado derribe los muros de la enemistad que dividen hoy a los hermanos, especialmente en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo”.
Francisco pidió oraciones por las mujeres y los niños, principales víctimas de las guerras a quienes se les roba la vida y la infancia. También hizo una fuerte denuncia.
FRANCISCO
“¡Cuánta hipocresía cuando se niegan las masacres de mujeres y niños! Aquí la guerra muestra su rostro más horrible”.
Durante la vigilia, no solo se rezó por quienes sufren las guerras y por quienes les socorren, sino también por la conversión de los que las organizan, de los que venden armas y, sobre todo, de los gobernantes.
FRANCISCO
“Que el Señor afiance en los gobernantes y en todos los que tienen responsabilidades un espíritu noble y recto, firme y valiente en la búsqueda de la paz, mediante el diálogo y la negociación”.
Al concluir la ceremonia, el Papa Francisco rezó el Padrenuestro de la mano de este grupo de niños y bendijo dos figuras de la Virgen del Valme, que serán llevadas a Sudán del Sur y a República Democrática del Congo.