Francisco almuerza con 1.500 necesitados en la Jornada de los Pobres

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20/11/2017
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Tras el rezo del Ángelus el Papa dirigió sus pasos al Aula Pablo VI donde lo esperaban centenares de sin techo invitados por el Vaticano para almorzar.

La acogida fue un espectáculo. 

En total eran 1.500 personas. No podían creer el haber sido invitados al Vaticano y el estar delante del Papa para almorzar con él. La emoción se palpaba en el ambiente.

Francisco se situó en la mesa central y desde allí impartió la bendición.

FRANCISCO
“Bienvenidos todos, preparémonos para este momento juntos, cada uno de nosotros con el corazón lleno de buena voluntad, de amistad. Compartamos el almuerzo y deseémonos lo mejor los unos a los otros. Ahora recemos al Señor para que nos bendiga, que bendiga estos alimentos, que bendiga a quienes los han preparado, que nos bendiga a todos nosotros, a nuestros corazones, a nuestras familias, nuestros deseos, nuestra vida y nos dé salud y fuerza, amén”.

El menú fue pasta sarda con salsa de tomate, olivas, queso y carne de ternera con verduras. Aunque el plato fuerte fue sentirse protagonistas y acogidos por todo lo alto.

“Ha sido precioso, una iniciativa fantástica. Mi marido no tiene empleo. Yo trabajo en el campo. Cuando hay trabajo voy y cuando no lo hay no voy. Pero superamos los momentos difíciles. Con el trabajo en el campo conseguí ganar lo suficiente para pagar el alquiler de una casa. Ha sido difícil pero rezo, rezo. Y Dios no me ha abandonado”.

Desde el Aula Pablo VI el Papa también rezó por los otros 2.500 sin techo que en ese momento estaban almorzando en otros lugares de Roma como esta casa de los vicencianos.

Hasta aquí vinieron varias decenas de necesitados, algunos de ellos extranjeros como esta mujer de Camerún que pudo saludar al Papa. 

“Sentí escalofríos dentro de mí. Ha sido una emoción inexplicable. Creo que hay que hacer estas cosas para ayudar y hacer también que la gente no esté sola. Me parece que ha sido una iniciativa muy buena. Yo soy separada y vivo con mis hijos gracias a los vicencianos que me han ayudado con tanto”.

No todos los presentes eran inmigrantes aunque a todos les une lo mismo: la pobreza.

Pobreza que el Papa quiso poner ante los ojos del mundo en este día para lanzar una advertencia. En un mundo egocéntrico y tan cegado por el bienestar proprio, crece la cobardía para luchar contra la desigualdad y compartir con el que no tiene. 

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