Francisco en Santa Marta: Vigilar el corazón para evitar las seducciones del mal

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13/10/2017
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Desde Casa Santa Marta, en su misa matutina, el Papa recomendó a los cristianos examinar su conducta ante el crucifijo para determinar hasta qué punto su vida es realmente coherente.

FRANCISCO
“Vigilar significa entender qué pasa en mi corazón. Significa pararme un poco y examinar mi vida. ¿Soy cristiano? Educo más o menos bien a mis hijos? ¿Mi vida es cristiana o es mundana? FLASH Y esta es la misión del crucifijo ante nosotros: no es un objeto de decoración. Es lo que nos salva de estos encantamientos, de estas seducciones que te llevan a la mundanidad”.

Francisco recordó que es necesario examinar la propia vida con frecuencia para no caer en la tentación. Advirtió que la mundanidad puede entrar sin hacer ruido en el alma.

EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)

“Comienzan a formar parte de la vida. Incluso con sus ideas y sus inspiraciones, ayudan a aquel hombre a vivir mejor… y entran en la vida del hombre, entran en su corazón y desde dentro comienzan a cambiar a ese hombre, pero tranquilamente, sin hacer ruido. Es diverso, este modo es diverso del de la posesión diabólica que es fuerte: ésta es una posesión diabólica un poco ‘de salón’, digamos así. Y esto es lo que el diablo hace lentamente en nuestra vida, para cambiar los criterios, para llevarnos a la mundanidad. Se mimetiza en nuestro modo de actuar y nosotros, difícilmente nos damos cuenta de esto. Y así, aquel hombre, liberado de un demonio, se vuelve un hombre malo, un hombre oprimido por la mundanidad. Y esto es lo que quiere el diablo: la mundanidad”.

“Vigilar significa comprender qué cosa pasa en mi corazón, significa detenerme un poco y examinar mi vida. ¿Soy cristiano? ¿Educo más o menos bien a mis hijos? ¿Mi vida es cristiana o es mundana? Y ¿cómo se puede comprender esto? La misma receta de Pablo: mirar a Cristo crucificado. La mundanidad sólo se comprende dónde está y se la destruye ante la Cruz del Señor. Esta es la finalidad del Crucifijo ante nosotros: no es un ornamento; es precisamente lo que nos salva de estos encantamientos, de estas seducciones que te llevan a la mundanidad”.

“Después, como dije, el examen de conciencia, qué cosa sucede. Pero siempre ante Cristo crucificado. La oración. Y después, hará bien hacerse una fractura, pero no en los huesos: una fractura en las actitudes cómodas: las obras de caridad. Yo soy cómodo, pero haré esto, que me cuesta. Visitar a un enfermo, ayudar a alguien que tiene necesidad… no sé, una obra de caridad. Y esto rompe la armonía que trata de hacer este demonio, estos siete demonios con el jefe, para hacer la mundanidad espiritual”.

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