Entre estas imágenes en Europa... y estas otras en Asia... hay más de 8.000 km de distancia, pero reflejan la misma problemática.
En las últimas tres semanas, más de 400.000 rohinyás han tenido que cruzar la frontera de Myanmar a Bangladés para huir de la persecución. El 60% son niños. Sin embargo, el país fronterizo les prohíbe la entrada y miles han quedado atrapados en la frontera.
Esta minoría musulmana es considerada como una invasora por el gobierno birmano, aunque hace décadas que están instalados allí. Se les niegan los derechos fundamentales, y lo que comenzó siendo un hostigamiento legal degeneró en ataques armados denunciados por la ONU.
ANTÓNIO GUTERRES
Secretario General de la ONU
“La ayuda humanitaria de la ONU y otras organizaciones no gubernamentales ha sido interrumpida. Pido a las autoridades de Myanmar que suspendan las acciones militares, que termine la violencia, que se respete el estado de Derecho y que se reconozca el derecho a regresar a aquellos que han tenido que dejar el país”.
La sublevación de los grupos rohinyás ante esta situación ha recibido una respuesta militar por parte de Myanmar. La escalada de violencia está aumentando y este será el escenario que Francisco visitará a finales del próximo noviembre. Uno de los más dramáticos del planeta en estos momentos.
Esta situación se sucede bajo el mandato de la líder Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991. La política birmana, que visitó al Papa Francisco el pasado 4 de mayo, ha informado sobre su intención de gestionar la ayuda humanitaria y hacerse cargo de la seguridad en el país. Sin embargo, distintas personalidades y organizaciones humanitarias han criticado su pasividad ante el sufrimiento del pueblo rohinyá.