Cartagena recibió al Papa con los brazos abiertos. La primera parada del Papa fue en el barrio de San Francisco, el llamado cinturón de miseria histórica de la ciudad.
Allí bendijo las primeras piedras de dos casas para sin techos de la organización Talitha Kum y Misión María Revive. Luego subió al papamóvil para visitar a Lorenza, una mujer de 77 años que diariamente reparte 100 almuerzos a los niños pobres de la zona.
Sin embargo el camino no estuvo exento de incidentes y Francisco golpeó su rostro contra el papamóvil mientras saludaba a los miles de personas que lo seguían con entusiasmo.
El golpe, aunque no fue grave sí dejó huella y así se presentó en la casa de Lorenza.
Después, ante la Iglesia de San Pedro Claver, el Papa rezó el Ángelus con centenares de personas. El recuerdo del del jesuita español defensor de los derechos de los esclavos puso sobre la mesa, de nuevo, el tema de la trata de seres humanos. Una lacra que, recordó el Papa, aún hoy continúa presente.
FRANCISCO
“Todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y por sus propios derechos”.
Desde Cartagena el Papa también tuvo palabras para toda Latinoamérica y en concreto para la vecina Venezuela.
FRANCISCO
“Queridos hermanos y hermanas. Desde este lugar quiero asegurar mi oración por cada uno de los países de Latinoamérica y de modo especial por la vecina Venezuela. Expreso mi cercanía a cada uno de los hijos e hijas de esa amada nación como también, a los que han encontrado en esta tierra colombiana un lugar de acogida”.
Después el Papa entró en el santuario y rezó durante unos instantes, en silencio, ante las reliquias del santo jesuita conocido como el “esclavo de los esclavos”, San Pedro Claver.
