Una vez aterrizó su avión en el aeropuerto de Bogotá, el Papa se subió en el papamóvil rumbo a la Nunciatura Apostólica.
Había unos 15 km de distancia entre el aeropuerto y la Nunciatura y en el camino lo esperaban miles de personas.
Algunos le hicieron regalos, otros incluso intentaron subirse a su coche.
Una vez en la Nunciatura, el papa fue recibido entre aplausos, regalos y bailes. Incluso le cantaron una canción personalizada para él. Dio las gracias a todos los presentes por estar ahí y observó atentamente cada uno de los espectáculos que habían preparado para él.