Criticados por su aparente inactividad. Así juzgó el mundo a muchos diplomáticos vaticanos en territorios de guerra. Los acusaron hasta de ser cómplices de los regímenes totalitarios.
El caso más claro fue el de un Papa: Pío XII. Lo acusaron de antisemitismo por no proteger a los judíos durante la ocupación nazi en Italia. El tiempo demostró que optó por una política discreta pero quizás más efectiva: callar y trabajar.
DOMINIEK OVERSTEYNS
L'Opera della Chiesa
“Después de la ocupación de Italia, aumentó el número de judíos en Roma... El 4 de junio de 1944 había en la ciudad 9.930. Y de esos fueron ayudados 6.300, es decir, unos dos tercios”.
Esta política del callar y trabajar fue habitual entre los diplomáticos vaticanos de la II Guerra Mundial. Por ejemplo, los nuncios en Budapest y Estambul.
Angelo Rotta y Giuseppe Roncalli, futuro Juan XXIII, escondieron a miles de refugiados en las nunciaturas y en casas alquiladas bajo protección diplomática.
ROCCO PEZZIMENTI
Universidad LUMSA (Roma)
'No es que se pudieran alquilar 25 casas sin informar a la Santa Sede. Monseñor Verolino está en contacto con todos los nuncios de Europa del Este, también con monseñor Roncalli, el futuro Juan XIII. Prepararon pasaportes para que los judíos se pudieran ir a Palestina. La Santa Sede también era informada de esto. Estos diplomáticos no eran guerrilleros que iban por libre sino que formaban parte de una estrategia mucho más amplia y coordinada”.
Más cercano en el tiempo es el caso del nuncio en Argentina, Pio Laghi. Durante la dictadura trató de salvar de la muerte a prisioneros como el hermano del Che Guevara.
LUIS BADILLA
Vaticanista
“Laghi tuvo muchos problemas con la Iglesia argentina que sustancialmente consideraba que la dictadura estaba realizando una obra justa y necesaria”.
También en Argentina fue fundamental el cardenal Antonio Samoré. Su trabajo sirvió para calmar las tensiones con Chile y evitar una guerra a finales de los 70.
Aunque no siempre estos diplomáticos trabajaron en el más absoluto silencio. Este fue el caso de Juan Pablo II y su estilo contundente, y explícito. El pontífice polaco apenas un año después de ser elegido Papa viajó a su país. Allí se reunió con líderes como Lech Wałęsa, iconos de la lucha contra el comunismo totalitarista. Una actitud que casi le costó la vida.