Quienes esperaron la visita del Papa a Génova con más entusiasmo fueron ellos.
Francisco almorzó con 130 personas necesitadas. Había sin techo, la gran parte extranjeros y 11 detenidos.
El Papa saludó a cada uno, sin prestar importancia a las molestias que parecía sentir en el brazo derecho. Lo mismo le ocurrió durante la ceremonia del Jueves Santo de 2016, cuando saludando a centenares de refugiados también tuvo que agarrarse el brazo.
La emoción se palpaba en el ambiente. Algunos le hicieron firmar autógrafos o le entregaron regalos, pero los más afortunados fueron los más pequeños, a quienes Francisco dedicó mucha atención.
Y tras una bendición sencilla y eficaz...
'Que aproveche, el Señor nos bendiga a todos'.
En el local donde se encontraron se desencadenó una fiesta. Contenida pero muy alegre.
JRB/MB
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