El Papa Francisco entró en la basílica de San Pedro en procesión solemne, en el más absoluto silencio y, ante la cruz de Jesús, se postró en el suelo para rezar. Simboliza así la actitud de recogimiento y penitencia propias del Viernes Santo.
En este gesto, todo el pueblo de Dios, representado por el sacerdote, se inclina en oración ante el sacrificio de Cristo.
Después de unos minutos, los ceremonieros ayudaron al Papa a ponerse en pie.
La música y la luz tenue de la basílica ofrecieron la atmósfera perfecta para esta ceremonia de la Pasión del Señor.
Después de proclamar el Evangelio en latín, predicó el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia. Habló del significado de la Cruz.
P. RANIERO CANTALAMESSA
Predicador, Casa Pontificia
'Es el 'noâ? definitivo e irreversible de Dios a la violencia, la injusticia, el odio, la mentira y a todo lo que llamamos 'el malâ?. Y es, al mismo tiempo, el 'síâ? también irreversible al amor, a la verdad y al bien. 'Noâ? al pecado, 'síâ? al pecadorâ?.
Explicó además que la Cruz no es un simple símbolo del pasado porque Jesús resucitó y puede cambiar los corazones de las personas.
P. RANIERO CANTALAMESSA
Predicador, Casa Pontificia
'Cristo no vino para explicar las cosas sino para cambiar a las personas. El corazón oscuro no es solo el del malvado, escondido en el fondo de la selva, ni el de la sociedad que lo ha producido. En diferente medida, está dentro de cada uno de nosotrosâ?.
Después se adoró la cruz en procesión desde la entrada de la basílica hasta el altar.
Cuando llegó hasta el Papa, Francisco se quitó la casulla roja y besó la cruz que se quedó allí para la adoración mientras cantaba el Coro de la Capilla Sixtina.
Las ceremonia de Viernes Santo es sobria y austera, simboliza la triste espera que precede a la alegría de la Resurrección.
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